El vocablo griego kachexía derivó en caquexia, un término de nuestra lengua que hace referencia a un estado de desnutrición severa que se genera por enfermedades como el cáncer o la tuberculosis, entre otras.
La caquexia está vinculada a una debilidad muy marcada, que incluye la atrofia de los músculos. Por este motivo la persona con caquexia no puede movilizarse con normalidad.
De acuerdo a algunos investigadores, antes de producirse la atrofia muscular se lleva a cabo el reemplazo del tejido adiposo blanco por otro tejido adiposo: el marrón o pardo. En este proceso se gasta energía y se agrava el estado caquéctico del individuo.
Quien sufre de caquexia, experimenta también la astenia: la persistencia de una sensación de agotamiento físico y mental. Con la caquexia además llega la anorexia (ausencia de apetito) y la anemia (una concentración reducida de hemoglobina en el torrente sanguíneo).
Esta combinación de trastornos deriva en el síndrome conocido como anorexia-caquexia, cuya sigla es SAC. Se trata de un problema clínico que, como se deduce de lo expuesto en los párrafos anteriores, se caracteriza por la falta de apetito y la pérdida de peso. Además del cáncer avanzado, este síndrome suele aparecer en pacientes de SIDA y, lamentablemente, la ciencia aún no ha encontrado una cura.
Muchos de los pacientes que luchan contra el cáncer terminan falleciendo por la caquexia. En el proceso el organismo reacciona ante la enfermedad descomponiendo el tejido adiposo y los músculos, provocando la pérdida de peso y de masa muscular.
Se cree que cerca del 80% de las personas que padecen un cáncer en estado avanzado pueden presentar caquexia ya que los tumores provocan cambios en el metabolismo. En el marco de los cuidados paliativos que se brindan a pacientes terminales, los especialistas recomiendan no forzar al sujeto a alimentarse, sino tratar de abrir su apetito con comidas que le gusten y fáciles de deglutir en pequeñas cantidades.
El tratamiento del síndrome anorexia-caquexia, por lo tanto, no es muy definido, sino que se busca contrarrestar la falta de apetito de diferentes maneras. Uno de los productos usados con este propósito es la hormona femenina conocida con el nombre de acetato de megestrol, cuya administración se lleva a cabo por vía oral y consigue aumentar el peso de los pacientes en un porcentaje bastante moderado.
Es importante señalar que el acetato de megestrol no impacta considerablemente en la calidad de vida de los pacientes de caquexia, sino que simplemente mejora su apetito. Con respecto a sus efectos secundarios, ciertos estudios han revelado que aumenta el riesgo de formación de coágulos sanguíneos y retención de líquidos.
Los coágulos sanguíneos pueden, a su vez, generar dolor, rubor o edema en las extremidades (generalmente sólo en una), alteraciones en la visión, cefalea intensa y problemas para respirar que aparecen de forma súbita. Con respecto a la retención de líquidos, su consecuencia es la formación de edema en las manos o en los pies. Por otro lado, algunos pacientes de caquexia fallecen a causa de la administración de acetato de megestrol.
La medicina tiene la extraña particularidad de salvar vidas a la vez que trata con total frialdad temas como la muerte y las enfermedad; esto no es negativo, ya que solamente con una visión objetiva y libre de la influencia de las emociones es posible avanzar en el estudio de la ciencia.
En el caso específico de los pacientes de anorexia-caquexia, la administración de acetato de megestrol se asocia a los siguientes datos estadísticos: uno de cada 23 fallece; uno de cada 12 consigue aumentar de peso; uno de cada cuatro consigue una mejora de apetito. Cabe mencionar que no existen datos referentes a un uso prolongado de este producto.
