El término terrestre llegó a nuestro idioma procedente de terrestris, un vocablo de la lengua latina. Se trata de un adjetivo que refiere a aquello vinculado con el planeta Tierra o con la tierra como superficie o suelo.
Por ejemplo: «En la superficie terrestre se producen más alimentos de los que necesita la humanidad: sin embargo, por la mala distribución, mucha gente muere de desnutrición», «En esta región hay pocos animales terrestres», «El transporte terrestre sigue perdiendo terreno ante el auge de los vuelos económicos».
Terrestre, por lo tanto, es un término que puede aplicarse en múltiples ámbitos. La idea de superficie terrestre, en este sentido, suele aludir a la superficie que suman los continentes y las islas de nuestro planeta. El relieve terrestre, por su parte, menciona la forma superficial que adquiere la corteza de la Tierra, ya sea emergida o debajo del mar.
Muchas veces lo terrestre se entiende por oposición a otras nociones. Hablar de asuntos terrestres, por citar una posibilidad, es referirse a aquellas cosas que no tienen que ver con la espiritualidad o lo abstracto, y en este caso puede considerarse un sinónimo del adjetivo «terrenal»: «Por favor, no me hables de Dios ni de los santos: me interesa solucionar mis asuntos terrestres con medidas prácticas y reales».
El transporte terrestre, por otro lado, es aquel que se desarrolla sobre la superficie (a través de carreteras, autopistas, vías del ferrocarril, etc.). El transporte aéreo y el transporte acuático, en cambio, apelan a otros medios.
Si bien la mayor parte del transporte terrestre se realiza por medio de vehículos sobre ruedas, motorizados o no, el ser humano ha explotado durante siglos a diversos animales para trasladarse y llevar sus posesiones de un punto a otro, algo que continúa haciendo hoy en día a pesar de ser absolutamente innecesario. Este trato que han recibido y continúan recibiendo caballos, mulas, asnos y camellos, entre otros, siempre ha sido injusto, y esta injusticia se acentúa mucho más dada la tecnología con la que contamos en la actualidad.
En el periodo precolombino encontramos uno de los primeros ejemplos de rutas interconectadas que los incas diseñaron para el traslado de sus mercaderías, algo que hacían por ellos mismos o con ayuda de llamas. No se trataba de un sistema complejo ni avanzado, pero sí lo suficientemente eficiente como para mantener un cierto ritmo en sus intercambios y evitar atrasos innecesarios.
La explotación animal para el transporte terrestre es algo que el ser humano ha practicado desde tiempos inmemoriales, aunque comenzó a disminuir con la llegada del primer ferrocarril, a principios del siglo XIX, en Inglaterra. Los vehículos motorizados no sólo evitan el maltrato a las demás especies, sino que nos brindan diversas ventajas, como ser una velocidad máxima mucho mayor y la posibilidad de atravesar terrenos de varios tipos, bajo condiciones climáticas también variadas, sin mayores complicaciones.
Como se menciona en un párrafo anterior, el elemento clave de la mayoría de los medios de transporte terrestre es la rueda, ya sea que estemos hablando de un vehículo industrial o de un carro del cual debe tirar un animal: gracias a este descubrimiento, que tuvo lugar hace más de cinco milenios, el ser humano comenzó a moverse con más facilidad para buscar alimento, ya que su propia fuerza no le permitía llevar consigo todas sus pertenencias.
Extraterrestre, por último, es aquello que no tiene su origen en la Tierra. Este concepto suele mencionar a los supuestos seres vivos que no nacen en nuestro planeta, acepción usada en numerosas historias de ficción, aunque también sirve para hablar de cualquier material u objeto que provenga del espacio exterior.
