El cansancio es la ausencia de energía derivada de la fatiga. Se llama fatiga, en tanto, a la sensación que suele producirse tras la realización de un esfuerzo sostenido y que puede incluir molestias en distintas partes del cuerpo.
TemasDiferentes causas
Al fatigarse, una persona se cansa. Es habitual que el cansancio aparezca luego de desarrollar una actividad física intensa o que se mantiene por un tiempo prologando: trotar, correr, caminar mucho, practicar un deporte, etc. En ocasiones, sin embargo, el cansancio es una consecuencia de una enfermedad o de un descanso deficiente.
El ejercicio físico es una fuente normal de cansancio
Es importante tener en cuenta, pues, que el cansancio no solo surge por el ejercicio físico. Las emociones y el esfuerzo intelectual también pueden provocar cansancio, el cual incluso es posible percibirlo de maneras abstractas (en el estado anímico, por mencionar un caso).
En este sentido hay que decir que el cansancio puede asociarse al hastío, el aburrimiento y el hartazgo. Los trámites burocráticos, los desperfectos mecánicos de un automóvil y las promesas incumplidas de los políticos suelen causar cansancio.
Por una enfermedad
Existe un cansancio que se considera normal. De hecho las obligaciones cotidianas, como trabajar y estudiar, cansan; por eso es importante dormir bien y tratar de evitar el estrés. En cambio, puede haber un cansancio patológico que debe ser analizado por un médico para determinar su origen.
El hipotiroidismo, el cáncer y la anemia, entre muchas otras afecciones, suelen producir cansancio. Dicho cansancio no está relacionado con un esfuerzo físico intenso, sino con la patología de base. Hay cuestiones como la falta de sueño que también influyen en el rendimiento diario. En algunos casos no se trata de dormir poco sino de una acumulación de estrés que nos impida relajarnos completamente por las noches.
De todos modos, antes de preocuparse por creer que nuestro cansancio esconde alguna enfermedad grave, debemos tener en cuenta otros factores que pueden estar causándolo, como ser la edad. Incluso las personas más activas comienzan a rendir menos cuando llegan a cierta edad, por cuestiones absolutamente naturales. A cada uno le ocurre de manera diferente, pero nadie conserva las energías de la adolescencia hasta la ancianidad. Por ello, si a los cuarenta notamos que ya no rendimos como antes, simplemente deberemos ajustar nuestra rutina a nuestras nuevas posibilidades.
Cansancio no es depresión
Otro aspecto a considerar es que el cansancio no debe confundirse con la depresión o la apatía. Quien está cansado no tiene fuerza por más que desee hacer algo, en cambio el sujeto deprimido o apático carece de voluntad. Esta línea es muy delgada en muchos casos, tanto para el individuo que vive el cansancio como para quienes lo rodean, y se vuelve muy difícil entender si se trata de algo normal o preocupante.
A medida que envejecemos tendemos más al cansancio
Las personas con una tendencia a la depresión viven una inestabilidad mucho mayor que la normal, con bajones más frecuentes y profundos, de los cuales es muchas veces imposible levantarse. Incluso cuando no se encuentran en uno de estos períodos de falta de energía, un momento de cansancio puede confundirlos, precisamente porque están demasiado acostumbrados a vivirlo como parte de su patología y pueden asociarlo con alguno de sus problemas emocionales.
Lejos está esta confusión de ser ligera o irrelevante. Lo último que necesita una persona depresiva es creer que no puede salir de sus peores estados, que ya por sí solos son suficientemente duros de atravesar. Por esta razón, cualquier etapa de tranquilidad o alegría, es decir ajena a la depresión, es digna de ser celebrada. Si simplemente están experimentando cansancio por un exceso de actividad física o mental, o bien por haber trabajado toda la semana y tener bien merecido unas horas de ocio, es muy importante que puedan reconocerlo para sentirse bien con ellas mismas.
