El acto y resultado de certificar se denomina certificación. El verbo certificar, por su parte, refiere a dar por verdadero o confirmado algo. Una certificación, por lo tanto, es un documento que garantiza la verdad de un acontecimiento o de un evento.
Por ejemplo: “El gobierno municipal entregó la certificación a quienes completaron el curso de manipulación de alimentos”, “Estamos tratando de obtener una certificación para nuestros productos orgánicos”, “Esta playa cuenta con una certificación especial por la calidad de su medio ambiente”.
Por lo general una certificación es otorgada por una entidad que estudia y confirma el cumplimiento de determinados requisitos, los cuales permiten acceder al reconocimiento en cuestión. La entidad tiene que mantener una independencia respecto a la organización o la persona a la que audita.
Supongamos que una asociación internacional concede una certificación a los productores de alimentos que no utilizan agroquímicos ni sustancias contaminantes en sus procesos. Si una empresa que comercializa conservas desea acceder a esta certificación, deberá someterse a una auditoría para que la entidad que otorga el reconocimiento pueda confirmar que realmente la compañía no emplea dichos elementos. Una vez ratificado esto, la empresa puede obtener la certificación al respecto.
La Recording Industry Association of America (RIAA), por mencionar un caso real y concreto, otorga una certificación de discos vendidos de acuerdo a la cantidad de álbumes que comercializa un artista. Según la cifra alcanzada, le puede otorgar un Disco de Oro, un Disco de Platino o un Disco de Multi-Platino. Elvis Presley es el artista con mayor cantidad de certificaciones de la RIAA.
Por su parte, la Entidad Nacional de Acreditación (ENAC) provee la certificación de productos, procesos y servicios con el objetivo de que los consumidores y los organismos de regulación tengan una garantía sobre la calidad de las prestaciones que ofrecen sus proveedores favoritos.
Las entidades de certificación de producto conceden una acreditación que por lo general consta de marcas de calidad o distintivos, y se trata del sistema preferido por la mayoría para que la percepción general de las marcas mejore y refleje más confianza en la calidad.
En la actualidad, esta certificación acreditada se puede tramitar en cualquier sector de actividad, como ser construcción, sanidad, energía, transporte, agricultura, industria, telecomunicaciones y ganadería, entre muchos otros que cubren un gran número de productos de consumo e industriales, además de enmarcar diversos servicios y procesos.
Es importante señalar que cuanto mayor sea el riesgo que acarree la consumición de un producto o servicio dado, más necesaria se vuelve esta certificación. Por ejemplo, los electrodomésticos, el material eléctrico y de construcción, los productos alimenticios, los parques eólicos y los establecimientos turísticos son algunos de los focos principales de este sello de calidad que brinda una cierta seguridad al público y lo ayuda a escoger un proveedor.
De hecho, antes de entregar la certificación es necesario llevar a cabo diversas actividades que giran en torno a la evaluación de los productos, procesos y servicios en cuestión; la inspección de los métodos de fabricación, las pruebas sobre una serie de muestras tomadas directamente de la línea de producción y la auditoría del sistema de calidad son tres de las más comunes.
Otra entidad relevante en este marco es la Asociación Española de Normalización y Certificación (AENOR), la cual trabaja de forma independiente para asegurarse de que los productos, servicios, procesos y las organizaciones que evalúa cumplan los requisitos, las normas y las especificaciones técnicas que exige la ley. Entre sus metas principales para conseguir la confianza de sus clientes se encuentra el respeto por el medio ambiente y la seguridad de los trabajadores.
