La etimología de banal nos lleva a la lengua francesa. El término se utiliza como adjetivo para calificar a aquello que carece de sustancia, es superficial o resulta insignificante.
Por ejemplo: “No entiendo por qué te enojas por algo tan banal…”, “Ya estoy harto de los libros complejos y las películas para intelectuales: quiero dedicar mi tiempo libre a un entretenimiento más banal”, “Después de unos minutos de una charla banal, los presidentes decidieron meterse de lleno en el asunto”.
Lo poco trascendental o carente de profundidad
Lo banal puede ser algo cotidiano o poco trascendental. Supongamos que un periódico informa que un hombre acuchilló a otro luego de una “discusión banal”. Este calificativo hace referencia a que el motivo del conflicto era intrascendente, aunque sus consecuencias fueron graves (una agresión física con un arma blanca).
La idea de banal también se usa por oposición a lo que tiene profundidad; es decir, a lo que exige un cierto esfuerzo mental para comprender su significado o para interpretarlo. Un crítico literario, en este marco, puede comentar que un libro gira en torno a un “tema banal”, aludiendo a la poca sustancia de la temática que trata.
Una persona banal
De la misma manera, podemos indicar que, en muchas ocasiones, este adjetivo que ahora nos ocupa se utiliza para referirse a una persona. Así, se dice que tal o cual individuo es alguien banal. Eso lo que viene a significar es que se trata de un ser humano que no tiene ideas profundas, que no le da valor a los sentimientos, que prefiere siempre las cosas superfluas, que se deja llevar solo por la apariencia de las cosas y nada más.
Eso viene a suponer que, del mismo modo, se indique que solo busca el consumismo, que lo que le resulta más importante es la estética y seguir las modas, que se pasa todo el tiempo buscando únicamente su confort y que no duda en intentar hallar continuamente su placer.
En ese caso podemos establecer que esa persona a la que se define como banal también se identifica con los adjetivos de frívola y superficial.
El concepto en la ciencia
Dentro del mundo de la ciencia tenemos que destacar que también se recurre al empleo del adjetivo que ahora estamos abordando. En concreto, se habla de lo que se da en llamar microorganismos banales.
Este es un término que se usa para referirse a los microorganismos que tienen la particularidad de que no producen ningún tipo de enfermedad. Eso sí, son capaces de alterar la composición de un elemento si actúan sobre el mismo. Así, por ejemplo, pueden cambiar la composición de un alimento cualquiera.
La banalidad del mal
El concepto de “banalidad del mal”, por otra parte, fue desarrollado por la filósofa Hannah Arendt tras el juicio que se llevó a cabo en Israel contra el jerarca nazi Adolf Eichmann. Para Arendt, Eichmann fue una persona que no analizó si sus acciones eran “malas” o “buenas”: tampoco le importaron sus consecuencias. Se limitó a cumplir con eficiencia las órdenes que le dictaban sus superiores, con el objetivo de ascender profesionalmente.
La “banalidad del mal” puede aparecer, de acuerdo a la filósofa, cuando un individuo se limita a cumplir con su rol en un sistema sin pensar en los efectos de los actos.