La noción de cibergrafía no forma parte del diccionario de la Real Academia Española (RAE). El término alude a una serie de referencias bibliográficas de documentos electrónicos.
Características generales
La cibergrafía, también señalada como ciberografía, webografía o webgrafía, es un listado de direcciones web. Puede estar compuesta por sitios web de distinto tipo, como portales, diarios digitales, blogs, etc.
Lo habitual es que se escriba, en primer lugar, el nombre o título del artículo, seguido por el nombre de su autor. Luego debe indicar la dirección (URL) y muchas veces se agrega también la fecha de consulta del documento (por si el sitio es actualizado, modificado o eliminado). De esta forma, la cibergrafía atribuye el crédito correspondiente de la información y permite al lector comprobar o ampliar los datos.
Puede decirse, en definitiva, que la cibergrafía detalla el origen de una cierta documentación a la cual se accedió por vía digital. Si la documentación en cuestión procede de revistas, diarios impresos o libros, se debe recurrir a la idea de bibliografía y seguir la estructura tradicional en cuanto a la cita. Lo importante, de una forma u otra, es incluir la fuente documental.
Alternativa a «bibliografía»
Es importante mencionar que, a nivel académico, se considera que el término cibergrafía es válido. De todos modos, los expertos aclaran que su uso resulta innecesario, ya que el concepto de bibliografía es suficiente para hacer mención al vínculo existente entre los textos que se usan como fuente en una investigación o en estudio, más allá de su procedencia o soporte.
De todos modos, no se trata de un caso aislado o único, ya que en las últimas décadas incluimos cada vez más términos procedentes de otros idiomas (principalmente, del inglés) o bien creamos otros que fusionan conceptos recientes (generalmente relacionados con Internet). Si bien las generaciones anteriores al siglo XXI pueden mostrar una cierta resistencia, este nuevo vocabulario es normal para los más jóvenes, de manera que su imposición es inevitable.
Si somos estrictos, el término bibliografía tiene en su etimología la idea de «libro», de manera que no refleja con precisión una fuente digital, como ser una página web. Por esta razón, el uso de cibergrafía resulta más adecuado en algunos casos. Incluso podría darse una combinación de ambos, si la consulta se realizara tanto en libros como en direcciones de Internet.
Ventajas y desventajas
Comencemos por las ventajas. Tener una serie de enlaces interactivos al pie de un documento es muy cómodo porque nos dirige a las fuentes sin mayores complicaciones. Para un docente, por ejemplo, comprobar la legitimidad de la cibergrafía que indican sus alumnos es mucho más fácil que en el pasado: ya no es necesario visitar una biblioteca o buscar un libro raro.
La posibilidad de incluir material audiovisual como fuente de investigación es otra de las ventajas: un simple enlace nos puede conducir a cualquier tipo de contenido, más allá del textual. Antes de la existencia de Internet, los estudiantes no solían tener acceso a vídeos y audios a la hora de realizar sus trabajos.
Pero la cibergrafía no siempre se indica en un documento digital, ya que muchas veces figura al final de un trabajo impreso. En estos casos, el acceso a las fuentes no es tan sencillo: si la dirección es demasiado extensa o complicada por su gran cantidad de caracteres alfanuméricos, o bien si el autor cometió un error, por pequeño que sea, al escribirla, visitarla puede volverse muy difícil.
Por otra parte, incluso si no existe un error en la escritura, los enlaces con muchos subdirectorios pueden afectar la estética del texto de manera negativa. Esto no suele ocurrir con la bibliografía tradicional, que consiste en citar libros o ensayos, por ejemplo, cuyos títulos son más concisos y fáciles de leer. También puede ocurrir que la página o incluso el sitio al que pertenece sean eliminados, algo que volvería imposible la revisión de la cibergrafía.