El vocablo latino colligĕre llegó al castellano como colegir. El término tiene dos acepciones en el diccionario de la Real Academia Española (RAE).
El primer significado mencionado por la RAE alude a juntar. Colegir, en este sentido, implica aglutinar, unir o amontonar elementos. Con respecto a su etimología, podemos notar que el vocablo latino antes mencionado se compone de las siguientes dos partes: con-, un prefijo que nos da la idea de «junto, todo» y el verbo legere, que se traduce como «leer, escoger».
Nótese que colegir no es un término común en el habla cotidiana, sino que se prefieren los otros verbos citados en el párrafo anterior para expresar este significado.
Otro uso de colegir, más habitual, se vincula a realizar una inferencia: obtener una conclusión a partir de otra cosa. Colegir, en este caso, es un sinónimo de inferir. Por ejemplo: “Del acuerdo anunciado por el club se puede colegir que el jugador aceptó bajar sus pretensiones económicas”, “Con la suspensión del concierto ya confirmada, habrá que colegir que el artista todavía no se recuperó de sus problemas de salud”, “El juez consideró que, a partir de las pruebas recabadas, es posible colegir que el asesino actuó con premeditación”.
Supongamos que un actor se pelea con un famoso productor de cine y televisión. A partir de entonces, no vuelve a conseguir trabajo en la industria del entretenimiento. Esto quiere decir que al actor en cuestión no lo convocaron más para formar parte de películas o series. De acuerdo a varios periodistas, se puede colegir que el enfrentamiento con el productor lo llevó a esta situación.
Es importante tener en cuenta, de todos modos, que la conclusión a la que se arriba al colegir no siempre es cierta o acertada. Si alguien nota que la mayoría de los ciudadanos de tres países que están organizados y regidos según el sistema democrático viven en la pobreza, podría colegir que la democracia atenta contra el desarrollo económico o que las naciones pobres viven en democracia. Sin embargo, un análisis un poco más profundo revela que hay regiones democráticas de gran riqueza y territorios pobres gobernados por dictaduras.
Esta consecuencia también tiene lugar al usar algunos de los sinónimos del término en cuestión, que podemos apreciar a continuación: deducir, concluir, inducir, seguirse y conjeturar. Sabemos que no es aconsejable dejarse llevar por la generalización, asumir información a partir de datos vagos o difíciles de verificar, pero a pesar de ello lo hacemos a diario. Hasta cierto punto no es peligroso, sino que se trata de un rasgo propio de nuestra especie, que se relaciona estrechamente con la curiosidad: queremos saberlo todo, estar al tanto de lo que sucede a nuestro alrededor.
Sin embargo, cuando al colegir cierta información ponemos en riesgo la felicidad de otra persona, llega el momento de detenernos y pensar más antes de actuar. La prensa amarillista es quizás el grupo que con mayor frecuencia incurre en esta acción falta de contraste: a diario publica noticias centradas en la vida de los famosos que no pretenden informar al público de cosas útiles, sino injuriar a sus protagonistas, en general con datos que no han verificado sino inferido a partir de las habladurías o directamente inventado.
Mientras que el ejemplo antes mencionado de los países democráticos y la asunción de que en todos ellos reina la pobreza no acarrea más que un concepto erróneo, la publicación de una noticia que denuncia a una persona de haber engañado a su pareja con otra simplemente por colegir que eso significa que hayan pasado una tarde juntas, puede herir profundamente a los protagonistas.