Cuesta es un término que puede tener dos orígenes etimológicos distintos, lo que da lugar a dos significados diferentes. De acuerdo a la Real Academia Española (RAE), por un lado cuesta puede proceder del latín costa (“costado”) mientras que, por otra parte, la palabra puede derivar de quaestus (vinculado a la acción de negociar).
En el primer caso, una cuesta puede ser un tipo de relieve que se encuentra en declive. De esta forma, se crea una declinación o pendiente. Por ejemplo: “El hombre trastabilló y rodó por la cuesta, sufriendo múltiples fracturas en sus extremidades”, “Ten cuidado con Manuel, no dejes que se acerque a la cuesta”, “Para llegar al refugio, tenemos que caminar dos horas cuesta arriba”.
Surgimiento de una cuesta
La cuesta surge como consecuencia de la erosión en las partes de los terrenos sedimentarios cuyas capas presentan una ligera inclinación. En su parte frontal se puede apreciar un talud (también llamado pedrero, se trata de una acumulación de fragmentos de piedra partida) y del otro lado, una ladera un una pendiente moderada. Una cuesta bien conocida es el Escarpe del Niágara, en Norteamérica.
Para que se forme una cuesta es necesario que en primer lugar exista una cuenca sedimentaria de capas que se alternen entre duras y blandas, y que todas presenten una ligera inclinación. La erosión moldea dichas capas transversalmente respecto del sentido de su pendiente y así se forma un relieve que se caracteriza por el talud y la ladera antes mencionados.
El talud del frente de la cuesta se ve erguido sobre la depresión que la erosión excava en la capa blanda que subyace, y se encuentra coronado por una capa dura que asemeja una cornisa. En su reverso, la cuesta se muestra como una meseta con una ligera inclinación en dirección opuesta al talud. Los valles que descienden en este sentido reciben la clasificación de cataclinales, mientras que los que lo hacen en la dirección del frente se denominan anaclinales.
Los cursos de agua que recorren una pendiente cataclinal excavan un nuevo valle; los afluentes perpendiculares, por su parte, producen valles ortoclinales o subsecuentes.
A veces, el frente de una cuesta es más resistente a la erosión y cuando retrocede por su efecto deja un cerro isla (que también se conoce con el nombre de cerro testigo), el cual remata la roca dura que se encuentra en el reverso. En una cuenca es posible encontrar una serie de cuestas. Cuando la inclinación de su terreno es muy fuerte se utiliza el término inglés hogback (cuyo significado literal es lomo de cerdo) para denominarlas.
Uso simbólico de la noción
El uso del término cuesta también puede ser simbólico. Puede jugarse con la idea de subir una cuesta como algo complicado, mientras que las cosas que están cuesta abajo son aquéllas que parecen derrumbarse o caer con rapidez: “Empezamos el partido perdiendo por diez puntos, lo que hizo que el trámite se nos hiciera cuesta arriba”, “Creí que tenía todo bien pensado, pero el primer revés hizo que el negocio fuera cuesta abajo”.
A pesar de lo amenazadora que puede parecer una cuesta arriba en sentido simbólico, también promete una gran recompensa a quienes logran escalarla y superar todos los peligros que esconde a lo largo de su pendiente. Del mismo modo, la cuesta abajo puede generar vértigo, pero está en nosotros encontrar el equilibro para burlarla y volver a la llanura.
La cuesta como pedido de donación
Si vinculamos el término al segundo origen etimológico que mencionamos, la cuesta o cuestación es el pedido de una donación con una finalidad benéfica.
“La última cuesta nos ha permitido recaudar miles de pesos para los niños huérfanos”, “La cuestión de la Asociación Vida Saludable fue clave para la construcción de una sala de primeros auxilios en el barrio” y “Falta poco para que se inicie la cuesta de Navidad: esperamos su ayuda” son ejemplos de este uso.