El concepto de estanflación combina dos términos: estancamiento e inflación. Se trata de una noción desarrollada por imitación del vocablo inglés stagflation.
Estancamiento e inflación
La estanflación, por lo tanto, es una situación que padece una economía cuando registra estancamiento (no crece) e inflación (aumento de precios). Esto suele acarrear múltiples consecuencias sociales debido al empobrecimiento de la mayor parte de la comunidad.
Puede decirse que la estanflación es un tipo grave de recesión económica. La actividad cae, la tasa de desempleo sube y, sin embargo, los precios se incrementan. De esta manera mucha gente tiene problemas para satisfacer sus necesidades básicas, ya que no dispone del dinero suficiente para adquirir comida, remedios y otros productos esenciales.
Producto Interior Bruto
Es habitual que se indique que una economía está en recesión o estancada si su Producto Interior Bruto (PIB o PBI) retrocede dos trimestres seguidos. Cuando, de manera simultánea, se tiene una inflación elevada, se produce la denominada estanflación. Esta es la explicación formal, la causa fundamental de este problema económico, que está entre los más graves dados los desafíos que presenta para controlarlo y resolverlo.
El producto interior bruto refleja el valor monetario de todos los bienes y servicios que demanda una región o un país a lo largo de un períod dado, que suele ser un trimestre o un año. A esta suma de valores brutos se deben sumar los impuestos y restar los subsidios. El agente implícito en esta definición es el usuario final, quien no sólo demanda sino compra dichos bienes y servicios.
Combatir la estanflación
Los especialistas afirman que revertir la estanflación es muy complejo. Con este fin se suele usar una política monetaria (concepto que también se conoce con el nombre de política financiera), que consiste en el uso de la variable del dinero que hay en circulación (la cantidad de dinero) con el propósito de estabilizar la economía, para su control y mantenimiento. Dependiendo de la táctica que escojan los especialistas, se puede hablar de política expansiva (o cuantitativa) o restrictiva, con la meta de aumentar o reducir el tipo de interés o la cantidad de dinero, respectivamente.
Cada gobierno cuenta con su banco central como principal herramienta para combatir la estanflación. A través de ajustes en el tipo de interés, estas instituciones pueden contribuir a dinamizar la actividad económica para salir del estancamiento (si se reduce el tipo de interés) o a mitigar la inflación (si el tipo de interés aumenta). El equilibrio entre ambas posiciones resulta imprescindible para que los costos sociales no se acentúen.
Si la política monetaria y fiscal seleccionada apunta a disminuir la inflación, por lo general se agudiza la recesión. En cambio, si estas políticas buscan impulsar la actividad económica, suelen fomentar un alza de la inflación. El mayor obstáculo que impone al estanflación es una distorsión absoluta de los mercados, que lleva a los gobernadores y los bancos centrales a un fracaso financiero casi inevitable. Por un lado, ciertos sectores decrecen, entre ellos la producción de bienes; sin embargo, la de servicios suele aumentar.
Si la economía del país que registra la estanflación es abierta y el problema acarrea también la devaluación, entonces es posible que las actividades que dependen de las divisas se contraigan, mientras que aquéllas que las generan se expandan. Este fenómeno puede suponer un gran desafío para los economistas, ya que las señales económicas que perciben son extremadamente confusas, y esto les impide decidir con claridad cómo seguir adelante, qué medida aplicar y en qué punto. De hecho, hay quienes aseguran que se trata de la peor situación posible para la economía.