La noción de eurocentrismo alude a la tendencia de tomar las tradiciones y los valores europeos como patrones universales. Esta propensión lleva a considerar que la cultura, la organización social y el sistema político de Europa son superiores frente a los del resto del mundo.
Europa en el centro
Como el propio término lo indica, el eurocentrismo implica situar a Europa en el centro. A partir de esa preponderancia, se sostiene que Europa está destinada a liderar el mundo. En la antigüedad, de hecho, el eurocentrismo se vio reflejado en las campañas de conquista.
Puede entenderse el eurocentrismo como una visión que se desarrolla desde de las experiencias europeas. En este marco, se hace alusión a un determinado paradigma para justificar los beneficios conseguidos por los europeos mediante la explotación de otros pueblos.
El eurocentrismo nace de una hegemonía cultural. Por eso supone una distorsión de la realidad social y cultural de otras regiones y se constituye como un prejuicio en detrimento de las mismas. Su validez no sólo es cuestionable, sino que basta con un poco de atención para anularla categóricamente, porque una sola parte del mundo no puede ser responsable de tantas creaciones y avances a lo largo de la historia.
Si echamos un vistazo a otras partes del mundo, incluso a ciertas ciudades europeas, notaremos tendencias similares: muchos países centralizan de forma injusta el progreso en ciertas regiones, quitándoles a las demás sus propios méritos y reduciéndolas a simples paisajes periféricos.
La academia contra el eurocentrismo
Es importante destacar que, a partir del siglo XX, el eurocentrismo comenzó a ser dejado de lado en el ámbito académico. En un intento de comprender la realidad en toda su diversidad, muchos historiadores empezaron a desarrollar otro tipo de estudios, demostrando así incluso que ciertos avances considerados como inventos europeos habían sido implementados antes en otros continentes.
Más allá de esto, el eurocentrismo sigue apareciendo en algunas teorías y análisis. Los rasgos eurocentristas pueden hallarse en discursos que ubican a la barbarie como una característica esencial o propia de Oriente, por mencionar un caso. De acuerdo con el trabajo de investigación del filósofo, historiador y académico argentino Enrique Domingo Dussel Ambrosini, los europeos del siglo XVIII comenzaron a reflejar la historia de una manera básica y lineal, trazando una trayectoria poco precisa que comienza en la Antigua Grecia ya termina en la Europa moderna, pasando por el Imperio romano.
Como mencionamos más arriba, a pesar del trabajo de ciertos estudiosos por salirse de tal representación reducida y limitada de la historia de nuestra especie, el eurocentrismo continúa colándose en diferentes disciplinas, como ser la sociología y la historiografía, incluso en la actualidad. Hablando de la distorsión que esta visión genera en favor de Europa, hay estudios modernos de acuerdo con los cuales sabemos con certeza que algunos avances tecnológicos que hasta hace un tiempo se adjudicaban a los europeos habían surgido mucho antes en China. Por ejemplo, podemos mencionar la pólvora, la brújula, las primeras versiones de la imprenta, la fundición de hierro y el papel, todas creaciones chinas.
Los historiadores han conseguido demostrar que incluso en la Edad Moderna Asia dominaba el mundo desde un punto de vista económico. Llegando al siglo XVI, China, India y Oriente Medio tenían alrededor del 60 por ciento de la producción de todo el planeta, número que ascendió al 80 por ciento hacia el siglo XIX. Entre ambos puntos, diversos productos industriales se exportaron a países de Europa y, más adelante, a la América colonial. De hecho, los productos chinos eran tan importantes para Europa que invirtieron casi toda la plata que extrajeron en América para comprarlos.