El vocablo latino exsĕqui, que puede traducirse como “realizar”, llegó al latín moderno como exsequibilis. Ese es el antecedente etimológico más cercano de exequible, un término que permite calificar a aquello que es realizable.
Lo exequible, por lo tanto, es factible: se puede hacer. Cabe destacar que, de acuerdo al diccionario de la Real Academia Española (RAE), se trata de un adjetivo poco usado.
Algunos ejemplos
Veamos algunas oraciones de ejemplo: “Aunque es una máquina muy costosa, la compra se vuelve exequible gracias a la posibilidad de abonar en varias cuotas sin intereses”, “Para motivar a los empleados, los gerentes deben plantear objetivos exequibles”, “En mi opinión se trata de un emprendimiento exequible, que simplemente demandará esfuerzo y un poco de dinero para ser llevado a cabo”.
A lo largo de estos tres ejemplos, vemos el uso de la palabra exequible en el habla cotidiana, aunque en diferentes ámbitos. En el primero se habla de una compra que resultaría imposible si el pago hubiera que realizarlo en una sola vez, pero que se vuelve exequible porque el vendedor le brinda al comprador la posibilidad de financiarlo sin ningún coste adicional.
Mientras que en dicha oración el sentido de este término va más allá de los límites de «algo posible» para insinuar matices de «ideal» o «muy conveniente», en la siguiente la situación es más objetiva: el emisor expresa que las metas planteadas por los gerentes de su empresa deberían ser posibles de alcanzar, es decir, exequibles. No se trata de «objetivos ideales», sino «realistas».
Finalmente llegamos a la tercera oración, en la que, además de señalar que una meta en particular parece exequible, se da una mirada hacia los pasos a seguir para conseguirla: esfuerzo y dinero. Esto nos recuerda que las cosas posibles no ocurren por sí solas, sino que exigen que nos involucremos en mayor o menor medida, de forma que no se pueden comparar directamente con los fenómenos naturales, como ser el oxígeno o la gravedad.
Una sentencia
La noción de exequibilidad también se emplea para aludir a la sentencia que emite un Tribunal Constitucional para expresar que una ley se ajusta o resulta acorde a la Constitución Nacional. Una norma, de este modo, puede ser exequible (cumple con el criterio de exequibilidad) o inexequible (carece de exequibilidad).
Tomemos el caso del Decreto Legislativo 678, firmado el 20 de mayo de 2020 por el presidente colombiano Iván Duque Márquez. Dicho decreto, vinculado a las medidas excepcionales tomadas en el contexto de la emergencia que provocó la pandemia de coronavirus, fue revisado por la Corte Constitucional de Colombia. Este tribunal declaró que los artículos 1, 3, 4, 5 y 10 son exequibles (acordes a la Constitución), mientras que los artículos 6, 7 y 9 son inexequibles. Los artículos 2 y 8, en tanto, se consideraron exequibles aunque según ciertos entendidos particulares.
Etimología de «exequible»
Al principio de este artículo se brinda una mirada general a los orígenes de la palabra exequible, pero a continuación veremos en detalle los tres elementos que podemos encontrar en su composición:
* ex-: se trata de un prefijo que da la idea de «hacia fuera». Está vinculado con la raíz indoeuropea *eghs- (la cual se halla en el prefijo griego ek-/ex), de donde obtuvimos palabras como ecléctico, eclipse, exodonte, exorcismo y exorcizar;
* sequi: un verbo que significa «seguir» y que nos dio otros, como perseguir, conseguir, reseguir y proseguir. Se vincula a la raíz *sek-;
* -bilis: un sufijo que denota «posibilidad». Lo encontramos en un sinfín de términos castellanos, como ser afable, abominable, portable e impermeable.
En resumen, se trata de un vocablo que reúne tres componentes para expresar «lo que puede resultar/» o «lo que puede salir de algo».