Un sujeto furibundo actúa con furia o ira, ya sea de manera violenta o apasionada.
El vocablo latino furibundus llegó a nuestro idioma como furibundo. Este adjetivo se emplea para calificar al individuo iracundo o furioso, o que tiende a encolerizarse.
TemasAlgunos ejemplos
Veamos el término en contexto a través de las siguientes oraciones de ejemplo: “El actor, furibundo, comenzó a gritarles a los periodistas que trataban de entrevistarlo a la salida del teatro”, “El muchacho se puso furibundo cuando el policía le pidió que se retirase del lugar”, “En mi juventud era un poco furibundo, pero con el paso de los años me volví más tranquilo”.
No es raro que los periodistas del mundo del espectáculo persigan a los famosos para conseguir declaraciones acerca de su vida personal o fotos exclusivas, por lo cual provocan en ellos una furia que los lleva a maltratarlos. La resistencia a la ley también es común, sobre todo en la juventud, y eso puede convertir una simple advertencia en una detención. El emisor del tercer ejemplo asegura que la facilidad con la que se enfurecía en su juventud es cosa del pasado.
Vehemente o violento
La noción de furibundo también se utiliza para calificar a aquello que es vehemente o violento o que manifiesta rabia: “El delantero anotó el primer gol del encuentro con un furibundo derechazo que venció al arquero rival”, “El escritor era un furibundo anticomunista que solía expresar sus ideas a través de una columna en un periódico de su ciudad”, “El video del furibundo ataque a la mujer indignó a la comunidad”.
Aquí debemos aclarar que el sentido del término furibundo no es el mismo en los tres ejemplos. Mientras que los primeros dos nos hablan de acciones no violentas sino apasionadas, el tercero sí expone un ataque físico contra una persona. En el deporte, un disparo con gran potencia puede aumentar las probabilidades de anotar, al vencer la resistencia de quien recibe el balón; un escritor que se expresa con vehemencia deja sus ideas bien claras, sin tapujos.
Dos situaciones
Supongamos que, luego de recibir múltiples críticas por el rendimiento de sus jugadores, un director técnico de fútbol realiza una furibunda defensa de su equipo. En una rueda de prensa, el entrenador esgrime de manera enérgica una serie de razones que, según su postura, justifican la actualidad del conjunto y explican la falta de resultados positivos en las últimas fechas de la competencia.
Este director técnico no actúa de manera impulsiva o caprichosa, sino que se ve invadido por la furia ante los ataques que recibe su equipo por parte de personas que no tienen los conocimientos necesarios como para entender su situación. Es entonces que esa sensación lo impulsa a hablar de manera vehemente para dejar bien en claro que sus jugadores no han perdido su toque, sino que están atravesando una época particular que los afecta negativamente, pero que conseguirán superar con el tiempo para volver a ofrecer los resultados que los caracterizaban.
Un disparo furibundo puede vencer la resistencia del portero.
Tomemos el caso de un dirigente político que, en un acto por el aniversario de un golpe de Estado, pronuncia un furibundo discurso condenando los crímenes de la dictadura que asoló a su país. Con voz elevada y firme, el hombre enumera las atrocidades del régimen y pide a la población que nunca olvide la importancia de la democracia.
En este caso tenemos otro ejemplo de una reacción furibunda que no persigue la violencia, sino todo lo contrario: la condena mediante una exposición apasionada. La furia no siempre conduce a causar daño a los demás, sobre todo cuando surge de la frustración por haberlo recibido de manera injusta. Como cualquier otra sensación profunda e intensa, puede abrir las puertas a la búsqueda de un futuro mejor, como una fuerza que nos impulsa a dejar atrás la situación actual.
