Si uno busca el término kinestesia en un diccionario de castellano, es probable que no lo encuentre. Sí, en cambio, hallará cinestesia. Ambos conceptos, de todos modos, se refieren a lo mismo: la kinestesia está vinculada a cómo se perciben la posición y el equilibrio de las diversas partes del cuerpo.
Analizando la etimología de ambos vocablos, kinestesia y cinestesia, vemos que provienen de la lengua griega: kínesis (“movimiento”) y áisthesis (“sensación”). En otras palabras, conceptualiza la repercusión que tiene en nosotros el movimiento. Pero este término tiene una mayor profundidad, ya que no sólo estudia el aspecto físico y el sensorial sino el emocional.
Qué es la kinestesia
Se trata, en definitiva, de aquellas sensaciones que distintos puntos corporales se encargan de transmitir continuamente a los centros nerviosos, sean provocadas por agentes internos o externos. En el primer caso, la sensibilidad interoceptiva, que transmite su información a través de los receptores de los músculos lisos y de los neurovegetativos, puede entenderse fácilmente si pensamos en el hambre y la sed.
En lo que al exterior se refiere, hablamos de sensibilidad exteroceptiva. Aquí entran en juego los órganos externos, principalmente aquellos que hacen a los sentidos. Así, estos receptores, al ser estimulados, recogen y comunican información relacionada con la luz, el sonido, las sustancias que componen los aromas, las texturas, la temperatura, etcétera. Dentro de esta clasificación de sensibilidad se encuentra el dolor, para el cual también desempeña un papel la razón, además de las terminaciones nerviosas. En todos los casos mencionados es probable que exista una respuesta de tipo psicomotriz, sea por desagrado, por placer o para protegerse, en el caso de haber recibido algún daño.
La función de la sensibilidad propioceptiva, también conocida como sensibilidad postural, es ejercer la regulación del equilibrio y de las acciones que se llevan a cabo de manera voluntaria para movilizar el cuerpo. Se denomina propioceptores a los componentes que influyen en cómo se desarrolla el esquema corporal respecto al espacio y a la planificación de las acciones motoras; estos aportan datos que permiten que el movimiento sea ordenado.
Sentido de la orientación
La kinestesia, en otras palabras, puede asociarse al sentido de la orientación, el cual posibilita que un individuo actúe de manera coordinada y con ubicación espacial. Los especialistas afirman que diversas técnicas cerebrales pueden ayudar a que el movimiento aumente el potencial de los recursos individuales.
En este sentido, se pueden proponer ejercicios para fomentar una fuerte sinapsis que estimule la circulación de endorfina y dopamina, entre otros fluidos. La lectura y los cálculos matemáticos, por ejemplo, pueden formar parte de una gimnasia cerebral.
La kinestesia y la inteligencia cinestésico-corporal
Con un sentido mucho más profundo y específico que aquel que sugiere la agilidad, la inteligencia cinestésico-corporal hace referencia al grado de habilidad que posee una persona para resolver problemas a través de la utilización de su cuerpo. Grandes bailarines, prestigiosos cirujanos, actores capaces de construir una escena tan sólo con gestos y movimientos; todos ellos poseen mucha inteligencia de este tipo, ya que tienen una noción muy precisa del equilibrio, la coordinación entre la vista y las manos, y pueden ejecutar los movimientos con flexibilidad, velocidad y armonía.
Pero esta percepción del movimiento, la postura, la orientación no sólo está ligada a habilidades físicas. La capacidad de un director de teatro de entender cómo disponer a los actores en el escenario, qué acciones son las adecuadas para reflejar a cada momento el estado emocional de los personajes, así como la visión de un escultor para inmortalizar sentimientos en una figura estática; todo esto habla de una inteligencia cinestésico-corporal muy alta.