Del latín municipium, municipio es el conjunto de los habitantes que viven en un mismo término jurisdiccional, el cual está regido por un ayuntamiento. Por extensión, el término también permite nombrar al ayuntamiento o la corporación municipal.
Por ejemplo: «Los vecinos del municipio están cansados del silencio de las autoridades ante la contaminación», «Es complicado vivir en uno de los municipios más violentos del país», «Las obras de pavimentación fueron prometidas por el municipio en 2006 y aún no hay novedades al respecto».
El municipio, una entidad administrativa
El municipio, por lo tanto, puede ser una entidad administrativa. Lo habitual es que agrupe a una única localidad, aunque también el concepto se utiliza para nombrar a un pueblo o una ciudad.
El territorio (delimitado por la legislación) y la población que habita en él (registrada en el padrón municipal) componen el municipio. La administración está a cargo de un órgano que suele conocerse como ayuntamiento, municipalidad, concejo o alcaldía. El máximo dirigente de este órgano es el alcalde o intendente.
Diferencias históricas y regionales
En los Estados modernos, el municipio suele ser la división administrativa más pequeña con dirigentes representativos propios. Esto quiere decir que los habitantes eligen a los representantes del municipio.
Algunos países que no utilizan la noción de municipio apelan al concepto de comuna, que constituye una entidad territorial equivalente.
En tiempos de la Antigua Roma, el municipio (municipium) era una ciudad libre y gobernada de acuerdo a sus propias leyes. Los habitantes del municipio contaban con los mismos derechos y privilegios que los ciudadanos de Roma.
Fomento de la integración social en los municipios
Los municipios suelen ofrecer a sus vecinos actividades de tipo recreativo y de formación sin ningún coste, o bien a precios muy accesibles, para fomentar el estudio y la integración social. Entre los ejemplos más comunes se encuentran los cursos de idiomas y de música; generalmente se organizan en pequeños grupos para compensar la falta de presupuesto pero, al mismo tiempo, para incentivar el intercambio cultural de sus participantes.
Los cursos ofrecidos en los centros culturales (a veces conocidos como cívicos) suelen ser un punto de partida para muchas personas que aún no han descubierto su vocación, o que no cuentan con los medios económicos para inscribirse en un instituto privado. Es común que en los coros barriales muchos futuros cantantes profesionales den sus primeros pasos y que enfrenten a un público por primera vez.
Sin lugar a dudas, uno de los mayores beneficios de las actividades municipales es que invitan a dejar atrás las barreras sociales, a acercarse a esas personas que a pesar de vivir tan cerca unas de otras no se conocen, no se saludan por las mañanas, no comparten sus experiencias. La vida en la ciudad es muchas veces desoladora, sobre todo para los individuos más introvertidos, que no tienen o creen no tener las herramientas para entablar relaciones con su entorno. A través de un interés de tipo vocacional suelen aflorar habilidades sociales que uno jamás imaginó poseer.
Actividades deportivas y recreación
Además de la formación, es normal que se organicen competencias deportivas abiertas a todos los vecinos de un municipio, y es sabido que las actividades físicas son ideales para promover el intercambio cultural, dado que se basan en un lenguaje universal, que trasciende gran parte de esas diferencias que sí interfieren en un encuentro en el cual prime, por ejemplo, la conversación.
En estos casos es especialmente necesario que cada persona respete el establecimiento y los elementos de juego, tales como balones y redes. El cuidado de los materiales y de los edificios es fundamental para que estas actividades sigan existiendo, sobre todo considerando que no siempre reciben subsidios generosos por parte de sus gobiernos; es quizás una de las lecciones más importantes que pueden aprenderse a través de una experiencia de este tipo.