La prisión preventiva es una disposición judicial consistente en la encarcelación de una persona que se encuentra sometida a una investigación criminal hasta que llegue el momento de su juicio. De este modo, la prisión preventiva priva al acusado de su libertad durante un determinado periodo, aún cuando todavía no haya sido condenado.
Se conoce como prisión al lugar donde una persona condenada por cometer un delito es encerrada. La prisión, de este modo, supone un tipo de castigo que consiste en la privación de la libertad de un individuo de acuerdo a lo establecido por la ley.
Preventivo, por su parte, es aquello que sirve para prevenir algo (es decir, para impedir o evitar que suceda una determinada cosa).
Finalidad de la prisión preventiva
La finalidad de la prisión preventiva es garantizar que el acusado no altere el normal desarrollo del procedimiento penal. Al encarcelarlo de manera preventiva, por ejemplo, se impide que el sospechoso pueda escaparse antes del juicio.
Es importante tener en cuenta, de todos modos, que la prisión preventiva es un recurso judicial que se utiliza en última instancia. Por lo general se prefiere apelar a otras medidas cautelares, como la imposición de una fianza o incluso la determinación de un arresto domiciliario.
Sólo se puede ordenar la prisión preventiva cuando la persona puede llegar a amedrentar o atacar a la otra parte del juicio, destruir una prueba o fugarse. Para que pueda decretarse la prisión preventiva, por otra parte, tienen que existir indicios importantes acerca de la culpabilidad del sospechoso.
Opiniones contrarias
Cabe mencionar que ciertos organismos están en contra de la aplicación de la prisión preventiva, dado que se opone al estado jurídico de inocencia (también conocido como principio o presunción de inocencia), el cual parte de la idea de que todo acusado es inocente hasta que se pruebe lo contrario a través de un juicio o proceso y recién entonces será posible sancionarlo o penarlo. La prisión preventiva es una medida que pena al acusado antes de que se demuestre su culpabilidad y, por lo tanto, si resulta inocente nadie podrá compensarlo por su experiencia tras las rejas, por haber manchado su imagen y por los perjuicios que esto haya causado a su vida personal y profesional.
Lamentablemente, no todos los países se apoyan en esta medida como último recurso, sino que abusan de ella, la utilizan para simplificar el trabajo y evitar potenciales complicaciones: resulta más sencillo para la justicia encerrar a todos los acusados hasta que se conozca el veredicto que ofrecer a cada uno el tratamiento que merezca según su caso particular.
Existen numerosos informes de las terribles condiciones a las cuales se somete a los presos preventivos en algunos países, a causa de abusar de esta medida; cuando el número de personas encerradas es mayor al que las instalaciones y el sistema están preparados para admitir, comienzan los problemas propios del hacinamiento, como ser la falta de higiene y las enfermedades, además de la violencia, y la consecuencia en muchos de los casos es la muerte. Como si esto fuera poco, las enfermedades contraídas durante el período de encarcelamiento pueden contagiarse al público general.
La detención preventiva es un concepto similar, aunque tiene claras diferencias. En primer lugar, la detención tiene una duración máxima mucho menor, aunque esta varía dependiendo del país. Por otro lado, como se explica anteriormente, la prisión preventiva está dirigida a personas que se encuentran en pleno proceso judicial, mientras que la detención suele darse espontáneamente en la vía pública o a pedido de un juez, por ejemplo. Si alcanzado el número máximo de horas de detención no se han hallado pruebas de su culpabilidad, el detenido tiene derecho a salir en libertad.