Subestimación es un término que no forma parte del diccionario de la Real Academia Española (RAE), pero que suele utilizarse con relación a subestimar. Este verbo refiere a estimar a alguien o algo por debajo de su valor.
La subestimación, por lo tanto, puede relacionarse con la desestimación (desechar, denegar) y el menosprecio (el poco aprecio o la poca estimación). Cuando alguien subestima, considera que un ser vivo o un objeto tienen un valor inferior al que en realidad posee.
Ejemplos de subestimación
Supongamos que un tenista que ocupa el tercer lugar en el ranking mundial debe enfrentarse a otro que se ubica doscientos puestos detrás. El tenista mejor posicionado sale a la cancha despreocupado y convencido de que su rival no tiene ninguna chance de vencerlo. Por eso juega desconcentrado y no se esfuerza. Finalmente, esa subestimación termina perjudicándolo y el rival que supuestamente estaba en desventaja alcanza la victoria.
Otro ejemplo que ayuda a comprender el concepto de subestimación tiene lugar con la actitud de ciertos gobernantes que toman medidas antipopulares, pensando que la gente que le dio la confianza y los votos en un momento, seguirá haciéndolo siempre. Sin embargo, las personas pueden darse cuenta de los engaños y terminar por castigar a quien habían elegido.
Una estima exagerada
Lo contrario de la subestimación es la sobreestimación, que consiste en otorgar más valor a aquello o a quien que, en realidad, no lo tiene. Un escritor que vende miles de libros por los esfuerzos de marketing de su editorial y no por su talento, por mencionar un caso, puede encontrarse sobreestimado dentro de la industria de los libros.
Este fenómeno suele darse en el mundo del espectáculo, ya que a menudo se idealiza a las personas famosas, en lugar de apreciarlas por sus verdaderos logros y tener en cuenta sus errores, necesarios e innegables.
Subestimación de los animales
Si bien no es correcto generalizar, uno de los blancos más comunes de la subestimación es el reino animal, o al menos todas las especies no humanas de animales. Claro que este sentimiento no siempre se exterioriza de forma expresa, pero puede apreciarse en muchas de las relaciones que solemos mantener con ellos. La más evidentes es la explotación, que tiene lugar desde hace siglos, y que consiste en obligarlos a llevar a cabo una serie de trabajos forzados, haciendo uso de la violencia para controlarlos, y privándolos de su libertad a lo largo de toda su vida.
¿Qué hay detrás de una imposición de este tipo sino subestimación? Nadie pondría una montura en el lomo de otra persona para obligarla a actuar como medio de transporte; no sería ético. Sin embargo, no hay cuestión moral ni ley que se oponga a hacer eso mismo a un caballo. Pero existen muchos más ejemplos de maltrato animal justificado, que van desde su crianza en los mataderos hasta las corridas de toros. Se subestima a los animales, se los considera inferiores, y se los condena a una vida de sufrimiento y torturas inimaginables para un ser humano.
Las personas como víctimas
Lejos de esta serie de actos crueles, tan gráficos como ignorados, se encuentra el conjunto de ideologías que encierran la subestimación a diversos estratos sociales, sin olvidar el desprecio por el género femenino. Los medios de comunicación proveen un flujo estable de mensajes de rechazo y menosprecio hacia muchos grupos de personas que no se ajustan a ciertas normas decididas por unos pocos, para conseguir el control sobre la sociedad.
La subestimación está presente en nuestra vida, seamos o no conscientes de ello, seamos partícipes directos o indirectos de este retorcido proceso. Para sostener un sistema, es necesario que exista una jerarquía, pero el ser humano parece concebir este concepto a partir de la superioridad o la inferioridad de los individuos, en lugar de apoyarse en sus diferencias para enriquecer la estructura.