Ventilación es un término que describe el acto y consecuencia de ventilar algo o a alguien o bien de ventilarse (es decir, dejar que el aire penetre en el cuerpo o hacerlo circular en algún ambiente). El vocablo, con origen en el latín ventilatio, se utiliza además para identificar a las corrientes de aire que surgen al ventilarlo, al hueco, espacio o abertura que hace posible la renovación de aire dentro de un sitio o un artefacto y a la instalación que se emplea para ventilar un lugar.
Por ejemplo: “Por favor, abre esa ventana, que aquí no hay nada de ventilación”, “Ayer se me quemó el ordenador ya que tenía problemas en la ventilación y no me había dado cuenta”, “La ventilación del dormitorio es muy importante para evitar que se concentren gérmenes en la cama”, “Afuera hace mucho calor, aunque en este restaurante hay buena ventilación”.
Ventilación en la arquitectura
Desde la perspectiva de la arquitectura, la ventilación constituye un aspecto clave a tener en cuenta ya que se trata de determinar con anticipación cómo se garantizará que el aire pueda renovarse en el interior de un edificio, ya sea a través de la salida o de un ingreso de aire.
El objetivo de la ventilación, en este caso, es garantizar la salubridad del aire y su renovación. También aparece vinculada a la disipación del humo en caso de incendio y al acondicionamiento térmico de los edificios.
El concepto en la industria
La ventilación industrial, por otra parte, es el sistema que brinda la posibilidad de neutralizar o erradicar la presencia de gases, polvo, humo u olores en los lugares de trabajo. Aquello que se elimina a través de la ventilación suele ser nocivo para la salud de los trabajadores.
El aparato básico para cualquier tipo de ventilación se conoce como ventilador. Se trata de una máquina que produce una corriente de aire gracias al giro de sus aspas, que genera una diferencia de presiones.
Ventilación en la informática
Los expertos en ordenadores (computadoras) saben que es de vital importancia atender la ventilación del equipo, para evitar el sobrecalentamiento que suele darse cuando se intenta llevar sus capacidades al límite y más allá. Los procesadores, por ejemplo, se identifican por marca, modelo y velocidad, entre otras cosas; y esa velocidad es la que el fabricante estima que puede mantenerse sin que se queme dicho componente, considerando que el consumidor no cambiará los ventiladores (también llamados coolers) ni agregará otros.
Y es que en la mayoría de los casos, las PCs cuentan con una ventilación básica y poco eficaz, que consta de tres ventiladores: uno que se coloca sobre el procesador, otro que posee la tarjeta de video (en el caso de modelos relativamente recientes, ya que las antiguas tenían tan sólo un disipador de calor) y uno que se encuentra en la fuente de alimentación. La función de cada uno de ellos es diferente; los dos primeros proveen aire fresco sobre los componentes a los que se encuentran afirmados, mientras que el tercero expulsa el aire hacia el exterior de la caja.
Una forma de mejorar considerablemente las condiciones de refrigeración de un ordenador es agregando dos ventiladores al sistema antes expuesto: uno al frente, con el objetivo de ingresar tanto aire frío como pueda, y uno en el extremo opuesto, debajo de la fuente y a la altura del procesador y la tarjeta de video, encargado de colaborar con la expulsión del calor que se genera dentro de la torre, sobre todo por parte de los discos duros y las lectoras de discos ópticos.
A la hora de escoger el ventilador más adecuado para cada caso, conviene consultar con un experto, en lugar de aventurarse a comprar dejándose tentar por los anuncios, ya que existen diversos tipos de tecnologías, que ofrecen desde mayor velocidad y menos ruido hasta refrigeración a base de agua.