El adjetivo análogo, que deriva del término latino analŏgus, se emplea para calificar a aquello que dispone de analogía con otra cosa. El concepto de analogía, por su parte, se refiere al vínculo de semejanza que existe entre dos elementos diferentes.
Para establecer una relación de analogía, es necesario realizar una comparación. Al hallarse puntos en común, similitudes o aproximaciones, se puede afirmar que dos objetos o entes son análogos.
Cómo determinar si dos elementos son análogos
La búsqueda de características universales y la abstracción son algunas de las operaciones mentales que se llevan a cabo cuando se intenta establecer si distintos elementos son análogos. Un mecánico, por ejemplo, puede afirmar que dos automóviles son análogos cuando, tras analizar el motor, la carrocería y los componentes de cada vehículo, descubre ciertos parecidos.
En el ejemplo anterior se aprecia que dos objetos son análogos si pueden llevar a cabo funciones similares; es un parecido mucho mayor que una mera coincidencia en su aspecto físico, la cual, de hecho, no es necesaria para que se cumpla la analogía. Un sinónimo de esta palabra que sirve para resaltar esta explicación es equivalente: si dos ordenadores son análogos o equivalentes, entonces se espera que puedan efectuar operaciones de igual complejidad con la misma eficiencia.
El concepto en la psicología y la lingüística
La analogía suele aparecer en el terreno de la psicología. Cuando se busca que un individuo aprenda algo a través de la experiencia, se apela a que, por inducción, actúe de igual forma en aquellos momentos que son análogos. Esto se debe a que, si se repite una conducta en situaciones análogas, el resultado debería ser el mismo.
Dentro del ámbito de la lingüística, por otro lado, se conoce con el nombre de analogía a la acción necesaria para crear discursos según determinados modelos preexistentes. De este modo es posible explicar los cambios que ciertas formas atraviesan si se exponen a las semejanzas que advierten los hablantes en sus mentes. En este contexto reconocemos dos tipos de analogía: la semántica y la léxica.
Significado análogo
El fenómeno denominado analogía semántica es aquél que tiene lugar cuando los seres humanos asociamos un término a un significado análogo. Un claro ejemplo podemos encontrarlo en la palabra miniatura, la cual surgió dentro del ámbito del arte para designar una pintura muy pequeña, por lo general efectuada sobre alguna superficie delicada, como ser vitela; a pesar de su primer significado, este mismo vocablo se utiliza para hacer referencia a cualquier objeto de pequeñas dimensiones.
Nuestra tendencia a vincular cada término a un sentido en particular, por otra parte, colabora con el fenómeno que se conoce con el nombre de analogía léxica, el cual también se puede encontrar como atracción paronímica, analogía léxica o paretimología. Se trata de la acción de crear un significado por medio de la adaptación fonética de un término o bien por una alteración semántica. Veamos algunos ejemplos a continuación:
* atiforrarse, que surge de atiborrarse, por pensar en la fonética de forrarse;
* desinfestar, que surge de desinfectar, por pensar en la fonética de infestar;
* eruptar, que debería ser eructar pero surge de la contaminación del término erupción, el cual hace referencia a una expulsión violenta de gas o material volcánico;
* esparatrapo, que surge de esparadrapo, por pensar en la fonética de trapo.
La noción en el derecho y en la biología
El establecimiento de analogías es muy importante en el derecho. La jurisprudencia permite juzgar casos análogos a través de una comparación de los hechos. Si como responsable de una situación X un hombre fue condenado a cinco años de cárcel, cuando otro sujeto realiza una acción similar, su acto será encuadrado en el mismo marco legal por analogía.
Para la biología, por último, los órganos resultan análogos cuando adoptan un aspecto similar para el desarrollo de una función, como en el caso de las aves con sus alas.