El anonimato es la condición o el carácter de un accionar desde las sombras, de incógnito y de manera anónima. Es, en definitiva, una modalidad en la cual el autor o responsable de algo queda oculto y sin ser identificado ya que su nombre real resulta secreto.
La autoría de una producción artística (una canción o un cuento, por ejemplo) queda en el anonimato cada vez que no es posible precisar o confirmar la identidad de su creador/a.
Desde el anonimato, ocultándose en perfiles falsos o cuentas sin nombre verdadero, muchas personas suelen inundar las redes sociales con mensajes violentos o difamatorios. Numerosas figuras públicas o que gozan de una notoria popularidad suelen, frecuentemente, ser objeto de burlas, críticas y agresiones por parte de gente que opta por esconder sus datos auténticos. Para impedir o dificultar que se los reconozca, asimismo, aquellos que tienen intenciones maliciosas y buscan amenazar, extorsionar o estafar a alguien acostumbran efectuar una llamada privada y utilizar el recurso de distorsión de voz.
El anonimato a lo largo de la Historia
Antes de compartir datos de interés que permitan descubrir o recordar cómo se ha ido desarrollando y aprovechando el anonimato a lo largo de la Historia es conveniente repasar las definiciones de nociones vinculadas al anonimato.
Así, entonces, vale mencionar que los pseudónimos les permiten a los autores ocultar su identidad verdadera a partir de un nombre inventado. Otro recurso muy tenido en cuenta en ciertos ámbitos es el del alias, a fin de darse a conocer mediante un sobrenombre o apodo.
Hace mucho tiempo, por ejemplo, con el objetivo de escapar de los prejuicios de la época y conseguir visibilidad, hubo escritoras que desplegaron todo su talento creativo en obras que optaron por firmar con seudónimos masculinos o alias ambiguos. Fue el caso de, por ejemplo, Louisa May Alcott, quien temporalmente resguardó su nombre real firmando algunas producciones suyas como A. M. Barnard. Su colega Cecilia Böhl de Faber y Ruiz de Larrea, por su parte, adoptó para su carrera literaria el nombre ficticio de Fernán Caballero.
Tampoco se puede desconocer que importantes títulos de la literatura universal, entre ellos “La vida de Lazarillo de Tormes y de sus fortunas y adversidades”, son de autoría anónima o, en el mejor de los casos, hay ciertos indicios que no alcanzan para una confirmación oficial pero sí para alimentar la sospecha sobre quién pudo haber creado un determinado poema, relato, etc. Una gran cantidad de escritos que nutren a la literatura medieval, según se advierte al analizarlos, no están atribuidos a nadie en particular, es decir, son anónimos.
En la actualidad, los usuarios de Internet que buscan mantenerse en el anonimato implementan estrategias como la de tener dirección IP oculta utilizando el servicio VPN (Virtual Private Network) o el navegador conocido como Tor (The Onion Router).
El anonimato, para algunos artistas que en cierto momento de su existencia gozaron de una fama abrumadora que les impedía tener una vida “normal”, es un bien preciado ya que, al alejarse de la actuación o del rubro musical y adoptar un bajo perfil, recuperan libertad y no se sienten expuestos, perseguidos ni observados minuto a minuto.
Modalidades y recursos
Hay múltiples modalidades y recursos para garantizar el anonimato de alguien en distintas circunstancias.
Con un disfraz y/o una máscara un individuo puede evitar ser reconocido en persona, por indicar una posibilidad.
De ser considerado por la Justicia como un testigo protegido, en cambio, se le deben dar al sujeto garantías en pos de su seguridad. Por ello se dictan medidas a la reserva de identidad y al resguardo de su integridad física.
Un espía o agente secreto (también denominado agente encubierto) implementa técnicas de camuflaje que le permitan infiltrarse y obtener información pasando lo más desapercibido posible para que nadie sospeche de sus verdaderas intenciones o actividades asociadas a los servicios de inteligencia o al rubro detectivesco.
En la era moderna, el anonimato digital se logra con servidores proxies, una dirección anónima de correo electrónico, etc.
Debates vinculados al anonimato
Ante el uso masivo del anonimato y la multiplicación de problemas o dilemas surgidos por hechos llevados a cabo por gente (ya sea un sujeto o más) imposible de ser individualizada o reconocida surgen frecuentemente debates.
Hay cuestiones éticas que invitan a reflexionar, específicamente, acerca de límites, controversias y derechos en torno a donaciones anónimas de óvulos y esperma.
Quienes están a favor del anonimato en Internet, por otra parte, defienden su postura exaltando la importancia de la libertad de expresión y el derecho a opinar resguardando la privacidad, sin exponerse a eventuales ataques, consecuencias o represalias. Claro que, cuando el anonimato es usado para no hacerse cargo de los propios actos y no asumir responsabilidades, los resultados son peligrosos y dañinos, dejando a nivel mundial víctimas de ciberacoso, estafas virtuales, etc. En este marco, puede decirse que el anonimato da, de algún modo, impunidad y espacio para el grooming y el phishing, entre otras prácticas destructivas y repudiables que exigen que chicos, jóvenes y adultos con acceso a la Web estén constantemente informados para poder detectar maniobras fraudulentas y protegerse frente a contactos desconocidos.