El diccionario de la Real Academia Española (RAE) reconoce tres acepciones del verbo arredrar, que también puede emplearse como pronominal. El primer significado hace referencia a separar, aislar o alejar.
Atemorizar a alguien
Arredrar también puede referirse a amilanar, acobardar o hacer retroceder debido a una amenaza. Por ejemplo: “Ningún peligro nos iba a arredrar, así que seguimos adelante pese a los contratiempos y las dificultades”, “Los bomberos no se dejaron arredrar por el fuego y, sin dudarlo, ingresaron a la vivienda que estaba en llamas para rescatar a sus ocupantes”, “Los comentarios maliciosos no me van a arredrar, así que estoy dispuesto a continuar con mi tarea más allá de lo que digan los demás”.
Tomemos el caso de la revista Charlie Hebdo, que sufrió un terrible ataque terrorista a comienzos de 2015. Con la premisa de vengar el honor del profeta Mahoma, supuestamente mancillado por las sátiras publicadas por el semanario, dos integrantes de Al Qaeda ingresaron a la redacción y asesinaron a doce personas, entre ellas al director de Charlie Hebdo. Pese a la masacre, los supervivientes no se dejaron arredrar por los fundamentalistas y continuaron desarrollando su trabajo. De hecho, a una semana del ataque, fue editado el número 1178 de la revista, que rompió el récord de ventas.
Supongamos, por otra parte, que un hombre le pide a su empleador que le pague el dinero adeudado, ya que hace tres meses que no cobra su salario. Frente a esta exigencia, el dueño de la empresa amenaza con despedirlo. La intimidación no consigue arredrar al trabajador, quien decide seguir adelante con su reclamo y defender sus derechos.
Un verbo multifacético
Como podemos apreciar en todos los ejemplos recién expuestos, este verbo hace referencia no a una sola acción bien definida, sino por lo general a una actitud acompañada de varias acciones que buscan sembrar el miedo en el otro para que ceda ante un determinado chantaje o bien que deje de perseguir sus propios objetivos. En el caso del incendio, por otra parte, no es una persona sino un desastre natural el que podría atemorizar a los bomberos al punto de paralizarlos y conseguir que no hagan su trabajo.
Son muchas las razones por las que podemos sentir este miedo a seguir adelante. En algunos casos no se trata de un enfrentamiento entre una sola persona y su víctima, ni tampoco de algo ocasional, sino que puede estar impregnado en una cultura; por ejemplo: el machismo existe desde tiempos inmemoriales e intenta arredrar a las mujeres y a los homosexuales, tanto por medio de acciones directas como indirectas, desde su nacimiento.
En el habla cotidiana
Si bien muchas personas conocen este y otros términos, como su sinónimo amedrentar, no suelen usarla con frecuencia en el habla cotidiana. Este fenómeno de reservar ciertas palabras para la lengua escrita no responde a una causa inquebrantable: la naturaleza no nos priva de usarlas en una conversacíon informal, no es un impedimento de nuestro organismo, aunque sí influye la velocidad a la que nuestro cerebro puede acceder al vocabulario y a las reglas gramaticales.
Por ésta y otras cuestiones, las sociedades se acostumbran a usar un lenguaje diferente al hablar y al escribir. En el primer caso, el vocabulario es considerablemente más reducido, lo cual conduce a la inevitable repetición de palabras con mucha frecuencia, y el nivel gramatical tiende a ser bajo. Mientras que en una novela o un artículo periodístico esperamos que el uso de los tiempos verbales sea correcto, lo mismo no ocurre en una conversación con amigos. Con respecto a arredrar, podríamos usar una o más palabras que denoten una idea equivalente, como ser «asustar» o «conseguir que deje de intentarlo».