La artrosis es una alteración patológica, degenerativa y no inflamatoria de las articulaciones. Cuando las deformaciones que produce son muy evidentes, se habla de artrosis deformante.
El desgaste del cartílago es el causante de la artrosis. Cuando este tejido que protege los extremos de los huesos y facilita el movimiento de la articulación se gasta, comienza a desarrollarse la artrosis, que afecta especialmente a las personas mayores.
En las mujeres, la artrosis suele aparecer en las manos y las rodillas, mientras que en los hombres la artrosis más frecuente tiene lugar en la cadera. Además de la edad, otros factores que inciden en la aparición de la artrosis son la obesidad y el tipo de ocupación.
Desarrollo de la artrosis
Lo habitual es que la artrosis se desarrolle de manera paulatina. Al principio se sufre dolor en las articulaciones tras practicar deporte o hacer ejercicios físicos y, con el tiempo, dicho dolor se vuelve más usual.
La artrosis no solo puede producir hinchazón y dolor, sino que también propiciar el crecimiento de espolones en la articulación y la rotura de huesos y cartílagos.
Los médicos sostienen que resulta imposible detener o curar la artrosis. Los tratamientos, por lo tanto, apuntan a aliviar el dolor y a minimizar las molestias ocasionadas por la patología a través del suministro de analgésicos y antiinflamatorios, o bien indicando el uso de rodilleras, bastones y otros artículos.
Los medicamentos, de todas formas, no pueden suministrarse en grandes dosis ya que, al ser ingeridos con frecuencia, pueden causar daños en el aparato digestivo o empeorar síntomas ya existentes.
Consejos para convivir con la enfermedad
Si bien no existe una forma de combatir definitivamente la artrosis, es posible valerse de una serie de consejos y recomendaciones para minimizar el dolor. En primer lugar, es muy importante mantenerse en forma, para no exigir a las articulaciones más de lo que están preparadas para soportar (esto se hace especialmente necesario cuando las molestias se focalizan en las caderas, la columna vertebral o las rodillas).
Por otro lado, es muy recomendable realizar ejercicio aeróbico con frecuencia para propiciar un mejor rendimiento a las articulaciones y prevenir que los músculos afectados se atrofien ante la falta de actividad; puede tratarse de caminatas, natación o de rutinas caseras, entre otras posibilidades, siempre que no se realicen en exceso y que se respeten las pausas.
Cuando la artrosis ataca las articulaciones de las manos, los médicos suelen aconsejar disminuir al máximo el tiempo dedicado a actividades manuales, dado que la constante repetición de un movimiento resulta perjudicial para esta condición. Algunas férulas (tablillas flexibles generalmente utilizadas para tratar fracturas) contribuyen a aliviar el peso que deben soportar las articulaciones, aunque también deben complementarse con determinados ejercicios que favorezcan su movilidad y fortalezcan los músculos.
Los baños de agua caliente resultan especialmente beneficiosos por la mañana, dado que la inactividad que supone dormir durante la noche entumece las articulaciones y acentúa el dolor. La aplicación de calor en las zonas afectadas por la artrosis también es útil para promover la relajación y, al igual que el frío, ayuda a tonificar los músculos. Las bajas temperaturas, por otro lado, son más útiles para reducir las inflamaciones.
Los suplementos nutritivos tales como el condroitin sulfato y el sulfato de glucosamina, los cuales se consiguen en farmacias, retrasan la aparición de la artrosis, aunque su uso debe ser recetado por un médico, ya que no en todos los casos resulta conveniente.
Por último, aunque no menos importante, se debe evitar levantar pesos excesivos siempre que sea posible, permanecer de pie durante largos períodos de tiempo y caminar sobre pisos irregulares. Además, es fundamental la calidad del calzado para mejorar la postura.