Un bimestre es un periodo de dos meses. Los meses, por otra parte, son las doce partes en las cuales se divide un año de acuerdo al calendario gregoriano: enero, febrero, marzo, abril, mayo, junio, julio, agosto, septiembre, octubre, noviembre y diciembre.
Esto quiere decir que un año tiene seis bimestres (pueden formarse seis grupos de dos meses cada uno). Comenzando en el primer mes del año, los seis bimestres serían enero-febrero, marzo-abril, mayo-junio, julio-agosto, septiembre-octubre y noviembre-diciembre.
Distintas formaciones de bimestres
Los bimestres, de todos modos, pueden formarse de distintas maneras. Si tomamos los meses de febrero y marzo, también puede formarse un bimestre (febrero-marzo), al igual que agosto-septiembre o que octubre-noviembre.
También se pueden agrupar los bimestres «cortando» los meses. Por ejemplo: del 15 de marzo al 15 de mayo hay un bimestre. Esto quiere decir que el bimestre en cuestión se inicia el 15 de marzo (y no el 1 de marzo) y se extiende hasta el 15 de mayo (no hasta el 1 o hasta el 31).
Otras agrupaciones
Más allá de los bimestres, existen otros métodos de agrupación de los meses, como los trimestres (tres meses), los cuatrimestres (cuatro meses) y los semestres (seis meses). El uso de uno u otro sistema depende de las necesidades.
Hay servicios que, en algunos países, suelen facturarse por bimestre. Una facturación bimestral del servicio de energía eléctrica, por citar un caso, lleva a que el usuario deba pagar su factura cada dos meses. Los consumos de energía eléctrica, a su vez, se miden también por bimestre para su cobro correspondiente.
El bimestre en la naturaleza
El concepto de bimestre no surge de la observación de la naturaleza, como sí ocurre con el de mes, que se desprende de una serie de factores relacionados con el movimiento de la Tierra alrededor del Sol y la forma en la que esto afecta a sus diferentes regiones.
Por el contrario, agrupar los meses, o bien partirlos, surge de necesidades particulares del ser humano para organizar su tiempo de manera que se ajuste a su ritmo de vida.
La importancia del contexto
Agrupar elementos de un conjunto tiene beneficios, pero también puede acarrear ciertos contratiempos: si bien por un lado nos sirve para «decir más con menos», esto repercute en una escasez de información que a veces resulta negativa para la comunicación. Por ejemplo: si tomamos fuera de contexto la frase «mañana comienza un nuevo bimestre», nos faltan datos para comprender en qué momento del año se encuentra el emisor; si, en cambio, dijese «comienza marzo», no sería necesaria ninguna aclaración.
Pero esto no significa que la falta de información siempre sea negativa; por el contrario, dentro del ámbito adecuado, en el cual todos los participantes del proceso comunicativo estén al tanto de la forma en la cual se han agrupado los meses, el uso de un concepto como bimestre puede resultar muy práctico para evitar aclaraciones innecesarias y enfocarse en los puntos de interés.
Bimestres escolares
En un colegio donde los cursos se dividen en bimestres, por ejemplo, tanto los docentes como los alumnos usan este término para referirse a las diferentes etapas del año, y esto permite un nivel de orden más adecuado a sus objetivos. Si todos saben que el primer bimestre comienza el 1 de marzo, para hablar del segundo no es necesario decir «en mayo y junio».
Un estudiante puede expresar que recién durante el último bimestre consiguió interiorizar los conceptos de química, y en su entorno nadie le preguntará «¿a qué mes te refieres?». Del mismo modo, es posible señalar que «la primera mitad del bimestre fue más ardua». Por otro lado, si deseamos hacer hincapié en un suceso determinado dentro de esta estructura, bien podemos especificar el mes en el que tuvo lugar: «en noviembre internaron a Sergio».