El término carencia se refiere a la falta o privación de algo. Se trata de un concepto que proviene de la lengua latina (carentĭa). El verbo carecer, del latín carescĕre, significa tener falta de cierta cosa.
Muchas veces, una carencia física o mental implica la existencia de una necesidad. Es decir, las necesidades son aquellas situaciones en las que el ser humano siente la falta o privación de algo. Cuando el nivel de carencia es muy intenso, se transforma en necesidad.
La carencia como falta de ciertos nutrientes
En la medicina, la carencia es la falta de determinadas sustancias en la ración alimenticia, especialmente vitaminas.
Este tipo de carencia puede aparecer con una alimentación descuidada (comidas rápidas, irregularidad de horarios, etc.), al practicar una dieta desequilibrada en determinado tipo de alimentos, por la mala conservación o cocción de los alimentos, por el consumo de ciertos esteroides o incluso por el consumo de productos nocivos como tabaco, alcohol u otras drogas, por ejemplo.
El concepto en el derecho, las finanzas y los seguros
En el ámbito del derecho también se hace uso del término carencia. En este caso se emplea el mismo para referirse a la ausencia de bienes inmuebles que puede tener una persona o una entidad en el momento en el que tiene lugar en una incautación y también en una sucesión.
En el campo de la economía, la carencia es el periodo dentro de un préstamo durante el cual sólo se pagan intereses y no se amortiza capital. Se habla de carencia total para el periodo del préstamo en el que no se pagan ni intereses ni capital.
Por otra parte, la carencia es también un período en el cual el nuevo cliente de una aseguradora no puede disfrutar de determinados servicios ofrecidos. Es decir, el asegurado paga primas pero no recibe la cobertura prevista en la póliza.
Carencia en la psicología
La psicología utiliza el concepto de carencia para referirse a la ausencia continuada de afecto a la que es sometida una persona. En este sentido, la carencia está relacionada con el maltrato.
Tal es así que se suele hablar de lo que se conoce como síndrome de la carencia afectiva que tiene lugar especialmente en los primeros años de edad de cualquier persona. Es en ese momento cuando la falta de atención de sus progenitores, en concreto de la madre, o simplemente la ausencia de ellos da lugar a que desarrolle dicho problema.
Así, esta situación traerá consigo que el individuo en cuestión tenga no sólo problemas a la hora de madurar sino también problemas o trastornos en lo que se refiere a la conducta e incluso de tipo somático. En concreto, la citada carencia puede producir en la infancia de un pequeño trastornos del lenguaje, problemas digestivos de diversa tipología, problemas en el aprendizaje o conductas conflictivas de comportamiento como una manifiesta rebeldía.
En el caso de la etapa adulta, quien ha sufrido este síndrome que nos ocupa vive en una situación de inestabilidad en lo que son sus relaciones personales, tiene problemas en el seno familiar y de pareja, cuenta con bajo autoestima y busca siempre encontrar a alguien que le dé estabilidad emocional. Sin embargo, el trastorno que tiene trae consigo que nunca consiga a una pareja que le otorgue un 100% de estabilidad, por sus propias inseguridades y miedos.