Civil, con origen en el vocablo latino civīlis, es un adjetivo que puede emplearse de diversas maneras. La primera acepción que menciona el diccionario de la Real Academia Española (RAE) refiere a aquello vinculado a los ciudadanos o la ciudadanía. Por ejemplo: «Con un grupo de vecinos creamos una asociación civil para ayudar a las personas carenciadas del barrio».
La noción suele emplearse para nombrar a algo que no es eclesiástico ni militar. La idea de aviación civil, en este sentido, alude al transporte aéreo que no se vincula al ejército (es decir, a la aviación militar). El matrimonio civil, por su parte, es concretado por una autoridad estatal, a diferencia del matrimonio religioso.
La desobediencia civil es un método de protesta que implica no acatar algún mandato impuesto por el Estado. Se trata de una resistencia que ejerce un ciudadano, sin refugiarse en una institución, y que practica de forma pacífica. Un hombre que es convocado para combatir en una guerra puede ejercer la desobediencia civil y no acudir al llamado. Este tipo de conductas, por lo general, suele tener algún tipo de castigo.
Se llama guerra civil, por otro lado, al conflicto bélico en el cual se enfrentan dos o más bandos formados por ciudadanos y no por militares. En una guerra convencional, el enfrentamiento se produce entre ejércitos.
Otra forma de definir el concepto civil es centrarse en el hecho de que los ejes políticos que se enfrentan de manera bélica pertenecen al mismo Estado, el conflicto tiene lugar en un mismo país. Esta característica la diferencia de forma innegable de la guerra convencional. En este caso, el problema no se origina a causa de una cuestión nacionalista (aunque puede haber un matiz de este tipo) sino ideológica.
Existen ejemplos de guerras civiles desde hace muchos siglos y en varias partes del mundo. Entre los años 306 y 324, por ejemplo, tuvo lugar la Guerra civil de la Tetrarquía Romana, una de las más relevantes de su época, en la que se produjo la división del Imperio en cuatro territorios gobernados por emperadores, quienes se enfrentaron para conseguir el dominio del territorio.
La Rebelión de An Lushan, por otra parte, se produjo entre 755 y 763 en China, donde un grupo de rebeldes luchó para que se fundara una nueva dinastía, denominada Yan, y consiguió que se desintegrara la dinastía Tang. También podemos mencionar las guerras civiles que constituyeron el llamado Conflicto Güelfo-Guibelino, entre 1125 y 1382, que enfrentaron a muchos partidarios del Emperador germánico contra los Estados Pontificios.
Ya en el siglo XIX, hubo casos cuyas heridas aún permanecen abiertas, como fue el caso de la guerra civil argentina, un conflicto que se extendió por casi siete décadas desde 1814 y que tuvo como protagonistas a los federales y a los unitarios. A lo largo de los años, tuvieron lugar varios enfrentamientos, hasta su conclusión definitiva en 1880, tras la Batalla de los Corrales Viejos.
Tampoco podemos dejar de mencionar la guerra civil española, la cual comenzó luego de que el golpe de Estado de 1936, a cargo de una porción de las fuerzas armadas, no obtuviera los resultados deseados y acarreó una crisis económica. Es una página de la historia española muy compleja, que abarca luchas contra la dictadura, enfrentamientos entre diferentes clases, oposición de posturas religiosas y nacionalistas, todo bañado en sangre y acusaciones muchas veces similares.
En el terreno del derecho, la idea de civil alude a intereses y relaciones de carácter privado, que pertenecen a la esfera individual o familiar. Por eso el derecho civil es la rama del derecho encargada de la regulación de los vínculos privados entre los ciudadanos.