Lo primero que vamos a hacer es conocer el origen etimológico del término coacción que ahora nos ocupa. En este caso, podemos exponer que se trata de una palabra que deriva del latín, concretamente de «coactio», que puede traducirse como «fuerza que se realiza para obligar a alguien a hacer algo». Se trata de una palabra compuesta de las siguientes partes claramente diferenciadas:
-El prefijo «con-«, que es equivalente a «junto».
-El verbo «agere», que es sinónimo de «actuar» o «llevar adelante».
-El sufijo «-cion», que se emplea para indicar «acción y efecto».
El concepto alude a la violencia, la intimidación o la presión que se ejerce sobre una persona con la intención de obligarla a que haga o diga algo.
Por ejemplo: «La coacción dio resultado: el hombre finalmente se negó a declarar contra los policías acusados de corrupción», «No voy a aceptar ningún tipo de coacción», «Pese a los intentos de coacción, los trabajadores de la industria pesquera llevaron a cabo su protesta frente a las puertas de la Casa de Gobierno».
La coacción se desarrolla para que un individuo realice -o deje de realizar- una acción en contra de su voluntad. Es importante tener en cuenta que la coacción puede ser legítima (si la impone el Estado en ciertos contextos) o ilegítima (cuando es ejercida por un sujeto privado).
Un gobierno democrático cuenta con diversas herramientas para el ejercicio de la coacción por vía legal. Supongamos que un grupo de personas avanza por las calle arrojando piedras contra los automovilistas, golpeando a transeúntes y destruyendo comercios y viviendas. El Estado, a través de las fuerzas de seguridad (como la policía), puede apelar a la coacción para lograr que estas personas cesen su accionar. En este marco, los policías pueden arrojar gases lacrimógenos para dispersar la movilización y detener por la fuerza a los sujetos que están cometiendo delitos.
Tomemos el caso, en cambio, de una mujer que se dirige a una comisaría para denunciar a su jefe por acoso sexual. En el camino, es interceptada por tres hombres que la empujan, la insultan y le dicen que, si denuncia al hombre en cuestión, aparecerá muerta en un zanjón. Esta coacción, que busca que la mujer, por miedo, no hable, es ilegítima e ilegal.
Dentro del ámbito cultural, nos encontramos con distintas obras que utilizan en sus títulos el término que ahora nos ocupa. Buena muestra de ello es la película «Coacción a un jurado», estrenada en el año 1996. Brian Gibson es el director de este largometraje, enmarcado dentro del género del thriller, que está protagonizada por actores de la talla de Demi Moore, Anne Heche, Alec Baldwin y Joseph Gordon-Levitt.
Viene a contar la historia de una madre soltera, Annie, que es elegida para formar parte de un jurado que debe estar al frente de un juicio contra un peligroso asesino. Su vida se complicará porque esa elección le llevará a convertirse en víctima de una coacción. Y es que un criminal contratado por la mafia le expondrá que o declara inocente al acusado, recibiendo como contraprestación una importante suma de dinero, o su vida y la de su hijo correrán serio peligro.
