El concepto de colecta procede del vocablo latino collecta. La primera acepción que menciona la Real Academia Española (RAE) en su diccionario hace referencia a la acción que se lleva a cabo para reunir donaciones.
Lo habitual es que una colecta sea impulsada con una finalidad benéfica. La idea es que aquel que puede y desea hacerlo aporte dinero o mercancías; lo recolectado luego se entrega a una persona, un grupo o una institución que necesita la ayuda.
Características de una colecta
Existen distintos tipos de colecta. En algunos casos, la colecta se realiza de forma periódica para asistir a los más necesitados (familias que están en situación de calle, niños que no tienen acceso a la educación o ancianos sin recursos para alimentarse, por ejemplo). Cáritas Argentina, por señalar un caso, organiza una colecta anual para apoyar diferentes proyectos y acciones.
Otras colectas surgen puntualmente ante una emergencia. Si un matrimonio con cuatros hijos pierde sus posesiones materiales debido a un incendio, sus vecinos pueden realizar una colecta para ayudarlos. Lo mismo ocurre, a mayor escala, si un pueblo es afectado por una inundación: gente de otras localidades puede sumarse a una colecta para enviar ropa, alimentos y elementos de primeros auxilios a los damnificados.
El concepto en la religión
Las colectas son importantes en el ámbito de la religión ya que constituyen una manera de ejercer la solidaridad. La mencionada organización Cáritas, de hecho, pertenece a la Iglesia católica. También es importante en el territorio argentino la colecta nacional conocida como “Más por menos” que lleva adelante la Conferencia Episcopal Argentina.
Cabe destacar que, en los inicios de la Iglesia, se denominaba colecta al acto que consistía en recolectar las limosnas de los creyentes para brindar asistencia a los carenciados y a los sacerdotes. Esta acepción del concepto puede encontrarse en la Biblia.
La RAE, por otro lado, indica que a la reunión de feligreses que se producía en los primeros templos con la intención de la celebración de oficios se la llamaba colecta, al igual que a la primera oración que se pronuncia en una misa.
Más allá de lo estrictamente religioso, antiguamente se nombraba colecta al impuesto que los gobernantes cobraban para el desarrollo de acciones caritativas o piadosas.
Colecta para repartir gastos
Otro uso de la idea de colecta se vincula al dinero que se reúne para afrontar, de forma grupal, un gasto eventual. En este marco, una colecta es una derrama.
Supongamos que diez amigos se juntan en un parque para jugar al fútbol. Al descubrir que ninguno había llevado una pelota (un balón), deciden hacer una colecta para comprar una. De esta manera, cada amigo aporta lo que puede o lo que desea para así recaudar el dinero necesario.
De forma similar, compañeros de trabajo que comparten una misma oficina pueden realizar una colecta para adquirir refrigerios. Con lo recaudado, pues, concretan la compra de galletas, sándwiches, golosinas y refrescos para consumir mientras cumplen con sus obligaciones laborales a lo largo de la jornada.