Se denomina contención al acto y el resultado de contenerse o de contener. Este verbo, a su vez, puede aludir a encerrar o albergar dentro de sí o a reprimir algo.
Por ejemplo: “La valla de contención cedió y se produjo una avalancha”, “El gobierno invirtió millones de pesos para desarrollar una nueva contención del río y evitar futuras inundaciones”, “La barra de contención impidió que el camión cayera al precipicio”.
Contención física
La idea de contención suele utilizarse con referencia al elemento físico que hace que un cuerpo no salga de un límite o que una sustancia no escape de un recipiente.
En los eventos masivos, con el objetivo de organizar el movimiento de la gente y de impedir desmanes, suelen instalarse vallas o cercas de contención. Estos objetos marcan por dónde pueden desplazarse los asistentes o hasta dónde tienen permitido avanzar. La contención impide que los espectadores accedan al escenario durante un concierto, por citar una posibilidad.
Dar refugio o consuelo
La contención también puede ser simbólica cuando se le da cobijo o refugio a alguien, o se le brinda consuelo. Supongamos que una mujer es víctima de violencia de género y decide separarse de su marido, abandonando su casa. Esta persona requiere de contención: necesita que le faciliten un hogar donde vivir y un medio de subsistencia, además de requerir protección ante eventuales represalias o nuevos ataques de su pareja. Dicha contención debe ser brindada por el Estado, aunque también existen organizaciones no gubernamentales que otorgan el apoyo necesario a las víctimas de este flagelo.
Cabe mencionar que la violencia de género también puede darse en el sentido contrario, es decir, de una mujer a un hombre. De todos modos, el aspecto más grave de una situación de este tipo es la agresividad que debe soportar un individuo inocente, por parte de alguien cercano que en un principio se muestra amigable y le promete brindarle contención.
Claro que la contención no sólo necesitamos recibirla en casos tan extremos como la violencia por parte de un ser querido, de alguien en quien confiamos que poco a poco se va convirtiendo en un monstruo que nos genera una sensación constante de inseguridad. En el día a día, para ayudarnos a tomar las pequeñas decisiones y para superar los obstáculos triviales con los que nos encontramos cada vez que debemos buscar un nuevo puesto de trabajo o una nueva casa de alquiler también necesitamos contención.
Contención emocional
El malestar emocional surge cuando nos preocupa un problema que aún no hemos sido capaces de resolver y que, por lo general, intentamos cubrir con nuestras actividades cotidianas para ser capaces de seguir adelante. Por mucho que tratemos de mirar en otra dirección, los traumas siempre encuentran la forma de salir a la luz y recordarnos que no estamos haciendo todo lo posible por superarlos, y es entonces que necesitamos la contención de una persona cercana para apoyarnos en ella y analizar la situación a fondo.
La contención también puede servirnos simplemente para continuar postergando estos problemas emocionales, aunque en este caso se trata de un auténtico desperdicio de energía. Cuando alguien nos dice «me siento triste, pero no sé por qué» nos da la oportunidad de ayudarlo a encontrar la raíz de su malestar, aunque está en él la decisión de abrir esa puerta y permitirnos acceder a sus recuerdos y sus sentimientos.
Cerrarnos a recibir contención nos genera un efecto peor que el de la soledad, ya que cuando rechazamos ayuda una parte de nosotros se queda disconforme e intenta hacerse oír por medio de dolores físicos, de contracturas o de sensaciones tales como mareos, entre otras posibles llamadas de atención.