El término cronografía proviene del latín tardío chronographĭa, a su vez derivado del vocablo griego chronographía. Así se denomina a la descripción de diversos acontecimientos o personajes de manera cronológica: es decir, según una cronología (un orden temporal).
La cronografía forma parte de las figuras literarias. Permite describir el tiempo en el cual se enmarca un suceso o un elemento, contribuyendo a su entendimiento a partir de estas menciones a lo temporal.
Descripción de una época
Puede indicarse que la cronografía ayuda a sumergirse en la época de un texto. A través de detalles, logra evocar y definir un periodo temporal, que puede ser un año, una estación, un día, etc.
Es habitual que se recurra a la cronografía en las crónicas. Esta figura hace que el lector se ubique en el contexto temporal y así pueda comprender mejor los hechos que se narran.
Ejemplos de cronografía
Veamos un ejemplo de cronografía: «Era una fría madrugada de invierno cuando los vecinos del barrio de San Agustín se despertaron sobresaltados por una explosión. En aquellas primeras horas del 29 de junio de 1985 cambió la historia de esta pequeña comunidad que nunca volvería a ser la misma. Pasaron los días y el trauma de los habitantes se fue intensificando…». Como se puede advertir, este texto apela a la cronografía al hacer mención a una fecha y a una estación antes de avanzar con la información sobre el episodio en sí mismo.
La cronografía también puede aparecer en una conversación coloquial, sin que la persona decida conscientemente su uso: «La última vez que nadé en el mar fue en el verano de 2002, cuando visité a mi abuelo en Playa Dorada, donde vivía. ¡Hacía tanto calor! Meses más tarde mi abuelo falleció y desde entonces no he vuelto a la zona costera».
La importancia del contexto
Como casi cualquier otro recurso de la comunicación, la cronografía no siempre resulta útil o estética, aunque si se la usa en el momento y en el contexto adecuados puede dar resultados incomparables. Esto se debe a que cada mensaje se debe regir por parámetros determinados, como ser el tono, el lenguaje y el interlocutor al que va dirigido, y la combinación de estos factores no siempre admite la elaboración de un discurso con datos cronológicos.
En una crónica funciona a la perfección, ya que este género literario, que se incluye en la historiografía, se basa en recopilar una serie de sucesos históricos que se presentan en el mismo orden en el que ocurrieron. Tanto en este término como en cronografía tenemos el componente cronos, que en griego hace referencia al «tiempo». No podríamos relatar una serie de hechos reales sin ubicar al lector en la o las épocas en las que tuvieron lugar, ya que perderían la fuerza y el sentido.
Sin embargo, en un texto donde lo importante es el plano sentimental de los personajes, por ejemplo, en el momento mismo de la narración, no es necesario relatar con lujo de detalles todo lo que hace referencia a la ubicación en el tiempo. Imaginemos una historia de suspenso que comienza cuando el personaje principal despierta en una habitación a oscuras, en la que se filtra simplemente un haz de luz por un hueco en el techo. No sabe dónde se encuentra ni qué le ha ocurrido. Probablemente no sería adecuado comenzar la narración situando al lector en una fecha concreta y un período histórico, a menos que eso realmente sirviera para ayudarlo a creer en los hechos que más adelante tendrán lugar.
Si el protagonista debiera enfrentar ciertas torturas que tuvieron lugar en un período específico de la historia, o si al escapar del lugar fuera relevante la arquitectura de las calles y los tipos de medios de transporte, entonces sí podríamos recurrir a la cronografía.