El término crowdfunding no forma parte del diccionario que elabora la Real Academia Española (RAE). La noción alude a un mecanismo de financiación que consiste en el aporte de pequeñas cantidades de dinero por parte de muchas personas.
El crowdfunding, por lo tanto, también se conoce como micromecenazgo. Se trata de una financiación colectiva, donde un emprendedor recibe un apoyo acotado (en términos financieros) de numerosos inversores.
Por lo general el crowdfunding se desarrolla a través de Internet. Quien está interesado en recibir financiación difunde su proyecto, estableciendo una meta a alcanzar y solicitando apoyo. Supongamos que un músico necesita 2000 pesos para grabar un disco. A través del crowdfunding, veinte de sus seguidores podrían aportar 100 pesos cada uno y así reunir el dinero necesario. El músico, a modo de recompensa, se compromete a obsequiar un disco autografiado a cada inversor y a brindar un concierto privado para todos ellos.
Aquellos que aportan dinero a través del crowdfunding suelen hacerlo a cambio de algún tipo de premio o beneficio, aunque también puede tratarse de una decisión solidaria para apoyar una causa. Con esta metodología, no es habitual que el inversor busque recuperar el dinero con intereses.
Es posible enumerar varias ventajas del crowdfunding respecto a otros sistemas de financiamiento. La más notaria es que el aporte no recae en una única persona, sino en muchas, una particularidad que permite reducir la cantidad de dinero a desembolsar. Otro punto a favor es que posibilita acceder a financiación a proyectos que, por diversos motivos, no logran ingresar al sistema financiero tradicional (bancos).
En la mayoría de los casos, la persona o empresa que presenta un proyecto en una plataforma de crowdfunding ofrece a sus potenciales inversores una lista bien detallada de los beneficios o recompensas que obtendrán a cambio de los varios montos posibles. Por ejemplo, en el caso de los desarrolladores de videojuegos, es común que ya desde las inversiones más pequeñas una de las recompensas sea una copia digital del producto, generalmente a un precio considerablemente menor del que tendrá en el mercado una vez que se lance.
A medida que aumenta la cantidad de dinero ofrecida por los inversores, las recompensas de una campaña de crowdfunding pueden volverse muy interesantes. Una de las prácticas más comunes es invitar a las personas que más hayan aportado a visitar las instalaciones de la empresa en una reunión privada.
El crowdfunding no sólo permite a las personas con ideas geniales cumplir sus sueños sin contar con los medios económicos, sino que también abre las puertas a colaboraciones masivas entre los creadores y los inversores. Retomando el caso de los videojuegos, el tipo de proyecto que más éxito tiene en estas plataformas, no es raro que los desarrolladores abran foros donde los inversores pueden aportar sus propias ideas y evaluar el producto mientras se encuentra en pleno desarrollo.
Esto nos lleva a uno de los mayores riesgos del crowdfunding: la pérdida del control sobre el proyecto. Dado que cualquier persona puede dar comienzo a una campaña de este tipo, sin importar si posee experiencia previa en el desempeño de su profesión o en la creación de una propuesta similar, es muy común que al poco tiempo de finalizado el proceso de recaudación de fondos la estructura comience a decaer y el futuro se vuelva poco prometedor.
Cuando una campaña de crowdfunding comienza bien, con el apoyo de mucha gente y un ritmo de recaudación favorable, suele ocurrir que los organizadores se entusiasmen demasiado y comiencen a hacer cada vez más promesas, muchas de las cuales nunca podrán cumplir. En algunos casos, la confusión conduce a cambios radicales en el proyecto, que dejan a una parte importante de los inversores sin recompensa.