La palabra dedal que ahora nos ocupa tenemos que establecer que tiene su origen etimológico en el latín. Y es que es fruto de la suma de dos elementos:
-El sustantivo “digitus”, que es sinónimo de “dedo”.
-El sufijo “-al”, que se utiliza para indicar “relativo a”.
Un dedal es una pieza pequeña y hueca que se emplea como protección del dedo durante la acción de coser.
Cuando una persona cose, se encarga de unir distintas fragmentos de tela o de otro material mediante un hilo que se enhebra en una aguja. Dado que la aguja tiene punta, el costurero o la costurera se puede pinchar. Sin embargo, si se protege con un dedal, tiene la posibilidad de manipular la aguja sin riesgos.
Los dedales suelen ser cubiletes fabricados con metal u otro material rígido, que presentan pequeñas muescas y una abertura para insertar un dedo. El dedo protegido con el dedal se emplea para presionar la aguja en el marco del desarrollo de la costura.
En el Antiguo Egipto ya se empleaban dedales, según lo que se desprende de los hallazgos en diversas tumbas. Por entonces se trataba de dedales de cuero. En diversos países además se encontraron dedales antiguos de marfil, bronce y hueso.
Sobre su historia podemos establecer que en la Península Ibérica ya se tienen documentados dedales islámicos desde lo que fue la etapa califal. En concreto, donde se han podido hallar y documentar mayor número de esos objetos de costuras es en los yacimientos de Al-Ándalus.
Precisamente en el Museo de la Alhambra pueden admirarse una gran cantidad de dedales rescatados de aquella época y básicamente son de dos tipos:
-Los dedales de albardería, guarnicionería y talabartería. Eran los que se empleaban para llevar a cabo la confección de cinturones, de sillas, de alpargatas, de guarniciones para los caballos, de objetos de esparto…Precisamente por las labores en las que se empleaban destacan por ser más largos y también por estar realizados con materiales muy resistentes y con una gran dureza.
-Los dedales de sastrería y costura que, como su propio nombre indican, son los que se empleaban para llevar a cabo la confección de prendas de vestir. Frente a los anteriores, se caracterizan por ser más cortos, más finos y más redondeados.
Eso sí, todos esos dedales tienen la particularidad de que se componen de tres partes diferenciadas de arriba hacia abajo: el ápice, la panza y la base.
También existen los dedales artísticos que, elaborados con cerámica, cuentan con dibujos o impresiones. Muchas veces estos dedales presentan alguna imagen e inscripción de una ciudad y se venden a modo de recuerdo.
La diversidad y la riqueza de dedales hacen que se trate de objetos coleccionables. Hay personas que buscan, conservan e intercambian estos productos como afición.
Dedales de niño o dedalera, por último, son nombres comunes de la planta cuya denominación científica es Digitalis thapsi.