Se conoce como diarquía al gobierno que ejercen dos monarcas de manera simultánea. El término alude a la autoridad que se divide entre dos poderes, instituciones o individuos.
En una diarquía, dos gobernantes se encargan de administrar el Estado. Esta forma de gobierno estuvo vigente en Roma, Esparta y otras sociedades de la Antigüedad y también puede encontrarse en el presente en diversas regiones.
Lo habitual es que la diarquía surja si no hay un poder que sobresalga y, en este marco, los dos con mayor fuerza acuerdan trabajar en conjunto. Así consiguen gestionar los asuntos públicos.
En periodos de la Antigua Roma, por ejemplo, dos cónsules tenían la responsabilidad de alternarse al frente del ejército y del gobierno. La diarquía de Esparta, en tanto, surgió en torno al siglo VIII antes de Cristo. Una reforma política hizo que dicha polis comenzara a ser administrada por una pareja de reyes o diarcas, uno que formaba parte de la dinastía de los Euripóntidas y el otro, del grupo de los Agíadas.
Precisamente, el reinado conjunto de los Euripóntidas y los Agíadas es un claro ejemplo de diarqúia en la antigua Esparta, una de las más relevantes polis de la antigua Grecia, además de Corinto, Tebas y, por supuesto, Atenas. Con respecto a los Euripóntidas podemos decir que fueron una dinastía fundada por el tercer rey de Esparta, Euriponte, quien usó su nombre como base para bautizarla.
Euriponte, también llamado Euripon, era el hermano gemelo de Agis I, otro importante rey espartano, quien fundó su propia dinastía: la de los Agíadas. Mientras que la dinastía de los Euripontes se considera de origen aqueo, los Agíadas eran de origen dorio. Ambos términos responden a dos de las siguientes cuatro tribus griegas de la antigüedad: los jonios, los eolios, los aqueos y los dorios.
Volviendo al Imperio romano, los historiadores suelen citar una diarquía que data de los orígenes de Roma, y se trata de la compuesta por Rómulo y Tito Tacio. La misma surgió luego de la guerra con los sabinos, un pueblo antiguo previo al Imperio que se relaciona con los ligures, los ecuos, los latinos y los etruscos, entre otros.
En un párrafo anterior se menciona una diarquía romana formada por dos cónsules. Si bien en teoría ambos contaban con los mismos derechos y dignidades, en la práctica la gestión del poder solía ser diferente. Basta con estudiar la diarquía de Julio César y Marco Calpurnio Bíbulo: el primero superaba en carisma al segundo, quien se refugiaba en su hogar en lugar de luchar. Esta falta de compromiso y acción de una de sus partes dio lugar al mote «el consulado de Julio y César».
La República de San Marino es un caso de diarquía en el siglo XXI. Se trata de un enclave cuyas tierras se encuentran rodeadas por la superficie de Italia. En San Marino, los ciudadanos eligen a los integrantes del parlamento: el Consejo Grande y General.
Este órgano legislativo, a su vez, selecciona a dos de sus integrantes para que actúen como capitanes regentes. Ambos capitanes regentes se desempeñan como jefes de Estado durante seis meses, con lo cual puede decirse que San Marino es una diarquía.
Uno de conceptos que se asocian con el de diarquía es duunvirato. No se trata de un sinónimo, aunque su significado está relacionado por alguna de sus características: se trata de una alianza que realizan dos líderes del ejército o fuerzas políticas. Un ejemplo claro de la actualidad es el Principado de Andorra, un Estado independiente del suroeste del continente europeo, ya que es un duunvirato que componen dos copríncipes: el obispo de Urgel y el presidente de la República Francesa.
