Antes de proceder a indicar el significado del término divagar, se hace necesario descubrir su origen etimológico. En este caso, podemos exponer que se trata de una palabra que deriva del latín, exactamente de “divagari”, que puede traducirse literalmente como “vagar por todos lados” y que es fruto de la suma de dos partes bien diferenciadas:
-El prefijo “di-”, que significa “divergencia múltiple”.
-El verbo “vagari”, que es sinónimo de “vagar”.
El uso más habitual de divagar se vincula a una expresión que se desarrolla sin un objetivo determinado ni un rumbo fijo. Puede tratarse del acto de escribir o de hablar de este modo.
Por ejemplo: “¿Puedes dejar de divagar? Ve al grano”, “El hombre empezó hablando de su trabajo y terminó divagando”, “Cuando el dueño de la empresa comenzó a divagar, sus empleados se miraron entre sí”.
Divagar también puede referirse a alejarse del asunto principal o central de una charla o de un discurso. En el lenguaje coloquial, se dice que quien divaga se “va por las ramas”.
Supongamos que un futbolista es invitado a una escuela para hablar con los estudiantes sobre la importancia de mantener hábitos saludables y de cuidar el cuerpo. El deportista arranca su charla refiriéndose a su alimentación y al ejercicio físico, pero luego empieza a contar cómo fue su infancia y a describir el barrio de su niñez. Como se alejó del tema que motivaba su visita al establecimiento educativo, puede decirse que el futbolista se dedicó a divagar sin darse cuenta.
Por lo general el hecho de divagar es involuntario: la persona se distrae o se desconcentra y no advierte que está haciendo alusión a cosas que no tienen que ver con su comunicación original. Sin embargo, en ocasiones se divaga adrede para confundir al interlocutor. Si una madre le exige a su hijo que le explique por qué llegó tarde a casa anoche, el muchacho puede comenzar a divagar para no focalizarse en el verdadero motivo.
Distintos estudios e investigaciones se han llevado a cabo en torno a divagar. Y precisamente uno, realizado por la Universidad de Harvard bajo la dirección de Daniel Gilbert y Matthew Killingsworth, ha venido a indicar que las personas que más divagan son menos felices. Y es que la divagación influye más directamente sobre su estado anímico que sobre la labor que está desarrollando mientras ella se lleva a cabo.
Se considera que para evitar perder el tiempo divagando, una persona tiene varias medidas que puede llevar a cabo:
-Detectar qué es lo que provoca que su mente empiece a pensar en otras cosas o dé rodeos.
-De la misma manera, se considera que es necesario descansar y dedicar tiempo a tareas que realmente gusten.
-Además, también se considera que es útil cerrar los ojos y pensar en otra cosa así como tener buena actitud.
Por último, podemos establecer que entre los sinónimos de divagar nos encontramos con reflexionar, merodear, vagar, dispersarse, enredarse, desviarse…Por el contrario, entre los antónimos nos topamos con detenerse, precisar o incluso concretar.