El vocablo latino aedificāre llegó al castellano como edificar. La primera acepción del término que menciona la Real Academia Española (RAE) en su diccionario alude a levantar un edificio.
Construir
Edificar, en este marco, se asocia a construir. Quien impulsa o concreta el desarrollo de un inmueble o de una estructura similar lo que hace es edificar. Por ejemplo: “El gobierno local anunció que comenzará a edificar un nuevo hospital en la zona céntrica”, “Ya nos han aprobado el crédito, ahora solo resta que nos otorguen la autorización para edificar”, “Si la población sigue creciendo a este ritmo, pronto será necesario edificar un nuevo colegio”.
Es importante tener en cuenta que un edificio puede destinarse a múltiples actividades. Puede tratarse de una vivienda, un centro de salud, un establecimiento educativo, un comercio, una planta industrial o un recinto cultural, por mencionar apenas algunas posibilidades. Por eso existen innumerables motivos para edificar.
Del mismo modo, también hay muchas formas de edificar una estructura. Uno de los factores que más pueden cambiar es los materiales, tanto en su tipo como en sus proporciones: incluso dos edificios que tengan los mismos materiales, uno enfocado en la iluminación natural tiene una mayor proporción de cristal que uno para alojar mercancía, por ejemplo. La ubicación también varía de acuerdo con el propósito del edificio: un hospital debe estar en una zona de fácil acceso, mientras que un hostal puede encontrarse alejado del centro.
Sentido simbólico
La idea de edificar también puede emplearse en sentido simbólico respecto a la creación, la fundación, la instauración o el establecimiento de algo: “Debemos trabajar todos juntos para edificar una salida de esta enorme crisis”, “El escritor se propuso edificar una nueva corriente literaria”, “Poco a poco, el entrenador logró edificar un equipo sólido capaz de obtener buenos resultados en cualquier estadio del país”.
Así como un edificio material puede tener diferentes propósitos, uno simbólico también. De todos modos, en este caso no pensamos en la idea de «edificio», sino de «plan» o «proyecto», entre otras posibilidades, que tengan un objetivo bien definido. En los ejemplos vemos que se habla de «una salida», entendida como una estrategia para superar una crisis, de «una corriente literaria», que supone una serie de cambios e innovaciones artísticas con respecto a la actual, y de «un equipo deportivo», pensando más allá de las personas como entes materiales para enfocarse en sus cualidades y en el rendimiento que pueden alcanzar en los partidos.
Infundir virtudes y valores
El concepto de edificar, por último, se utiliza respecto a infundir virtudes y valores positivos: “Un referente social siempre debe edificar a los jóvenes y tratar de instruirlos para que se conviertan en miembros activos de la comunidad”, “Hay que edificar a los niños y alejarlos de los vicios”, “Dedico mi tiempo a edificar a mi hijo”.
En este sentido también podemos hablar de «actividades edificantes», que son aquellas que edifican a quienes las llevan a cabo. La virtud y los valores antes mencionados, por lo tanto, los pueden transmitir las personas directamente a sus hijos o estudiantes, por ejemplo, pero también pueden estar impregnadas en ciertas actividades diseñadas con el propósito de enriquecer a los participantes.
En los ejemplos antes mencionados, tenemos una clara idea del sector de la sociedad al que suelen dirigirse estos esfuerzos: los más jóvenes. Esto no quiere decir que una persona adulta y formada no puede continuar edificándose, sino que la mejor apuesta para una comunidad siempre son los niños, los más pequeños, de quienes algún día dependerá el futuro de la Tierra. Para que el trabajo sea eficaz, debemos entregarles un mundo sano y funcional junto con las herramientas para que lo mejores, lo eleven a niveles que para nosotros simplemente no son posibles.