La efectividad es la capacidad de conseguir el resultado que se busca. Quien es efectivo, por lo tanto, obtiene el efecto deseado.
Por ejemplo: “LeBron James tuvo una gran efectividad en el juego de anoche: realizó veinte lanzamientos y encestó dieciocho”, “El ejército incorporó nueva tecnología para incrementar la efectividad de sus misiles”, “El régimen penitenciario de nuestro país carece de efectividad ya que no logra la reinserción social de los delincuentes”.
Efectividad, eficacia y eficiencia
Efectividad es un concepto que se relaciona a eficacia y eficiencia. Respecto a eficacia, de hecho, son sinónimos: el diccionario de la Real Academia Española (RAE) define ambos términos de la misma manera, vinculándolos a la capacidad de acceder a la meta deseada. Eficiencia, por su parte, es la capacidad de contar con algo o alguien para lograr el resultado pretendido.
De este modo, suele decirse que la efectividad y la eficacia aluden a conseguir lo buscado; la eficiencia, en cambio, está orientada a lograr eso mismo pero utilizando los recursos apropiados. Una persona puede matar a una hormiga arrojándole una roca de diez kilogramos: la medida tiene efectividad, pero no eficiencia, ya que apeló a un recurso exagerado. Un simple pisotón o el uso de un insecticida hubiese sido efectivo y además eficiente.
Una noción subjetiva
Dicho todo esto, queda claro que el concepto de efectividad es muy subjetivo, ya que varias personas puede asegurar haber dado con un método efectivo para cumplir un mismo objetivo, aunque todas ellas se refieran a métodos diferentes. Si bien una de las formas de acotar dicha apreciación es tomando en cuenta uno eficiente, esto también puede resultar subjetivo: si comparamos uno actual con uno concebido hace medio siglo, seguramente creamos que el primero utiliza mejores recursos y hace un uso más adecuado de ellos.
Esta ambigüedad, por así decirlo, del concepto de efectividad da lugar a una actitud que muchos expertos de diferentes campos critican negativamente: «si doy con un método que funcione, entonces lo uso». En otras palabras, se trata de una falta de compromiso por buscar la optimización, conformándose en cambio con la primera solución aceptable que se presente ante nosotros.
Efectividad en la informática
En el mundo de la informática, por ejemplo, los desarrolladores de programas, aplicaciones y videojuegos saben que cuentan con una cantidad de recursos limitada, mucho más que la disponible para las compañías cinematográficas o los centros de investigación. Cuando se disponen a crear un producto, por lo tanto, deben asegurarse de ajustar sus exigencias a las características de los ordenadores que posean la mayoría de los usuarios. Aquí no se valora tanto la efectividad como la optimización: conseguir que los métodos aprovechen al máximo los recursos disponibles, y que los procesos puedan escalarse según las posibilidades de cada aparato.
Si un programa puede correr al menos en un ordenador, es correcto decir que lo hemos desarrollado con efectividad, o con métodos y un diseño efectivos. Pero si nuestro objetivo era comercializarlo, entonces no nos alcanza con dicho logro para hablar de efectividad, sino que deberíamos apuntar a que gran parte de nuestro público objetivo pueda utilizarlo. En este caso, podríamos decir que lo que en un contexto puede ser definido como «eficiencia» (ajustar el rendimiento del programa aun si lo usaremos solamente en nuestro ordenador y no es necesario ahorrar recursos), en otro puede ser simplemente «eficacia».
La validez
Por otro lado, la efectividad puede referirse a la validez de algo.
Para que un decreto tenga efectividad, por citar un caso, debe ser publicado en el boletín oficial, de manera tal que la población tenga conocimiento de su alcance. Hasta que dicha publicación no se concreta, el decreto no está en vigencia.