El vocablo griego entelécheia llegó al latín tardío como entelechīa, que en nuestro idioma se transformó en entelequia. La primera acepción del concepto que menciona la Real Academia Española (RAE) en su diccionario refiere a algo que es irreal.
Por ejemplo: «El programa económico del gobierno es una entelequia: en realidad, el presidente está tomando decisiones irracionales y por impulso», «El fervor popular por el cantante es una entelequia promovida por su representante para elevar su cotización», «El proyecto solidario no era más que una entelequia ideada para recolectar fondos».
Una entelequia, en este sentido, puede ser una especulación, una suposición o una conjetura. Supongamos que un individuo empieza a imaginar cómo sería su vida si hubiese tomado otras decisiones (estudiado una carrera diferente, casado con otra persona, etc.). Estos pensamientos son entelequias ya no tienen un sustento real: por eso los resultados de esos procesos imaginativos no tienen existencia.
Aristóteles también recurrió a la idea de entelequia en el desarrollo de su filosofía. Para el griego, una entelequia es una clase de existencia en la cual algo trabaja de forma activa en sí mismo para lograr un fin que es intrínseco a él.
Puede decirse, por lo tanto, que una entelequia es un objetivo que completa a una entidad ya que su consecución implica el desarrollo de todas las potencialidades de la misma. De este modo, la entelequia es la conversión de una potencialidad en una realidad: llega a la plenitud al concretar el fin para el cual estaba predispuesta.
Dentro del ámbito cultural tenemos que establecer que son muchos los autores que han utilizado la palabra que nos ocupa para darle títulos a sus obras. Este sería el caso, por ejemplo, de trabajos tales como «Entelequia» de Álex Cé o de «Las naciones ¿entes o entelequias? Hacia un Estado transubejtivo», que está escrita por Alberto Marco y Manuel Cruz.
Y a esas obras se unirían otras tales como «Máquinas del tiempo y otras entelequias», de Mirco Ferri; «Entelequia: ciencia ficción espiritual», de Luis Uribe y Re, y «El fenómeno de la vida II. La Entelequia», de Juan Francisco Valiente Hernández.
De la misma manera, en la ciudad de Zafra (Badajoz) existe un local que responde al nombre de Entelequia y que ofrece a sus clientes la posibilidad de disfrutar de una sesión de Escape Room bajo el título «Misterio en el hotel». Dentro del género del misterio se enmarca esta actividad en la que los participantes deberán ponerse en la piel de unos detectives para intentar descubrir el secreto que gira en torno a aquel.
Asimismo, también está la empresa Entelequia Cultural, que se encuentra conformada por distintos escritores y pensadores que se encargan de impartir no solo seminarios sino también talleres donde el objetivo es realizar un encuentro que vaya girando sobre distintos ámbitos de la vida cultural. Y para poder analizarlos a fondo se desarrollan mientras actividades que se acometen en formato de retiro.