El vocablo griego epiglōttís dio lugar al latín tardío epiglottis, que llegó al castellano como epiglotis. Es interesante conocer que ese término griego es fruto de la suma de dos componentes significativos de dicha lengua:
-El prefijo “epi-”, que puede traducirse como “encima”.
-El sustantivo “glottís”, que significa “parte de atrás de la lengua”. Palabra esa que, a su vez, procede de “glotta”, que es sinónimo de “lengua”.
Este término se utiliza en el terreno de la anatomía para aludir a la estructura cartilaginosa de los animales mamíferos que está unida al sector posterior de la lengua y permite bloquear la glotis en el momento de la deglución.
La glotis es el hueco anterior de la laringe, el órgano que comunica la faringe con la tráquea. Cuando una persona ingiere un alimento y lo deglute, la comida que ingresa por la boca debe llegar al estómago. Lo que hace la epiglotis es tapar la glotis para que el alimento no entre al sistema respiratorio y siga su curso normal por el aparato digestivo.
La epiglotis, por lo tanto, se mueve según las necesidades del organismo. En su estado de reposo, permanece derecha para que el aire pueda pasar a la laringe y a los pulmones. En el marco del proceso de deglución, en cambio, la epiglotis se dobla y bloquea la entrada de la laringe: esto evita que los alimentos entren a la tráquea y a los pulmones. Una vez que el sujeto ya tragó, la epiglotis recupera su posición original.
Existen diversos trastornos que pueden afectar a la epiglotis. Se llama epiglotitis a una inflamación de esta estructura que habitualmente afecta a los niños menores de 7 años, aunque puede producirse a cualquier edad. La epiglotitis puede generarse por una infección bacterial o una lesión: cuando la epiglotis se inflama, el individuo siente dolores en la zona de la garganta, experimenta problemas para respirar y tragar y puede tener fiebre.
Entre las causas que pueden dar lugar a lo que es la inflamación de la epiglotis nos encontramos también con lo que es la quemadura producida por la ingesta de bebidas muy calientes.
Otros síntomas que indican que un niño tiene epiglotitis son babeo, un comportamiento demasiado inquieto, dificultad para tragar con normalidad e incluso dolor o un sonido diferente que se realiza al inhalar. Si se diera la circunstancia de que esa patología la tiene un adulto, además de los síntomas expuestos, podría tener otros tales como dificultad notable para respirar y una voz muy ronca.
Se considera que hay una serie de factores que propician que una persona sea más proclive que otra a sufrir epiglotitis. En concreto, entre esos factores están el ser hombre, el no tener puestas las vacunas correspondientes y también el contar con un sistema inmunitario débil.
Además de todo lo expuesto, no podemos pasar por alto que esta patología puede presentarse con algunas complicaciones. En concreto, cabe la posibilidad de que la persona que la sufre tenga una diseminación de lo que es la infección e incluso que sufra insuficiencia de tipo respiratorio.