Del latín scriptūra, el concepto de escritura está vinculado a la acción y las consecuencias del verbo escribir, que consiste en plasmar pensamientos en un papel u otro soporte material a través de la utilización de signos. Estos signos, por lo general, son letras que forman palabras.
Por ejemplo: «La lectura y la escritura son dos habilidades que toda persona debe desarrollar para integrarse a la sociedad», «Amo la escritura: todas las noches me dedicó a crear poemas y otros textos literarios», «Rodrigo tiene una escritura muy deficiente: comete numerosas faltas de ortografía».
Historia de la escritura
Puede entenderse a la escritura como un sistema que, mediante ciertos signos gráficos, permite la materialización de una lengua. La escritura, de este modo, posibilita desarrollar un tipo de comunicación cuyos antecedentes más remotos tienen más de 6.000 años.
La historia de la escritura tiene un origen muy remoto pues ya se considera que hacia el año 3.000 a.C en Mesopotamia, y más concretamente en la ciudad de Uruk, hizo acto de aparición un sistema de escritura que contaba ya con un total de 700 signos muy diferentes que básicamente tenían una función de carácter comercial. Y es que se empleaban para llevar a cabo un exhaustivo control de las riquezas que existían en los templos.
No obstante, hay que subrayar que otro tipo de escrituras muy importantes a lo largo de los siglos ha sido también la jeroglífica que está considerada como la más antigua, entendiendo la escritura con el mismo concepto que la podemos entender hoy. Se caracterizaba, entre otras cosas, porque se basaba en la mezcla de lo que eran los pictogramas y los ideogramas.
De lo pictográfico a lo fonético
Con el desarrollo del tiempo, la escritura adquirió dos formas. Por un lado, es ideográfica ya que permite transmitir una idea. Por otra parte, tiene una forma fonética al representar sonidos.
Más exactamente podemos decir que las escrituras de todo el mundo se pueden clasificar en dos categorías básicamente. Por un lado, estarían las de tipo pictográfico que son aquellas en las que cada dibujo lo que hace es representar bien una palabra o bien una idea. Como ejemplo de esta clase estaría la escritura china.
Y por otro lado nos topamos con las llamadas fonéticas que son aquellas en las que se representa el sonido con el que se pronuncia una palabra en cuestión en las diversas lenguas. Un perfecto ejemplo de este tipo sería el castellano.
En esta clase tenemos que subrayar que la misma se divide a su vez en dos subcategorías. Así, nos encontramos con la escritura silábica, en la que cada signo representa una sílaba, y con la escritura fonética donde cada signo lo que hace es mostrar el sonido de una letra.
La escritura como documentación
Otro uso del concepto de escritura refiere a una documentación que, gracias a la firma del sujeto que lo otorga y a la fe que da un notario, acredita un cierto derecho. El término suele emplearse con referencia al documento que atribuye la propiedad de un inmueble a una persona: «Mañana firmamos la escritura y ya podemos tomar posesión de la casa», «Las autoridades le exigieron al hombre que muestre la escritura de la vivienda, ya que su vecino lo acusa de usurpador».
Cuando se escribe con mayúscula inicial (Escritura), el término refiere a las Sagradas Escrituras, es decir, la Biblia.
Escritura creativa
Salvador Gutiérrez Solís es un escritor español que ha publicado más de 15 libros, siendo una referencia internacional en el ámbito de la novela negra. Sus historias a través de hilos de X (ex Twitter) en su cuenta @gutisolis son leídas con gran interés por miles de usuarios.
Profesor del Máster de Escritura Creativa de la Universidad Internacional de Valencia / Planeta, tiene una experiencia de más de veinte años dictando talleres de escritura creativa. Además dirige festivales como el Mairena Black Festival de Novela Negra del Aljarafe y el CordoBlack Festival de Novela Negra del Sur.
Le preguntamos a Salva qué cualidades y saberes se necesitan para dictar un taller de escritura creativa y cuáles son los beneficios de asistir a este tipo de capacitación:
Tener una trayectoria en el mundo literario, estar habituado a hacerlo, ser conocedor de los diferentes manuales y técnicas, y contar con la experiencia suficiente. Yo llevo 25 años impartiendo cursos de escritura creativa. Siempre relacionados con la narrativa. Los beneficios son innumerables, más allá del propio aprendizaje. Desarrollar una inquietud, crecer creativamente, ser capaz de enfrentarte al hecho narrativo sin presiones, capacidad de crear tus propias historias y encontrarte y conectar con personas que tienen inquietudes similares a las tuyas.
Salvador Gutiérrez Solís