Los cortes en el lienzo consiguen romper con la bidimensionalidad
Se denomina espacialismo a una corriente artística que surgió a mediados de la década de 1940 en el territorio italiano. Lucio Fontana fue el responsable de impulsar este movimiento que combinó postulados del tachismo y del dadaísmo, entre otros grupos.
TemasUna profundidad peculiar
La publicación del “Manifiesto blanco” de Fontana en 1946 es señalado como el punto de partida del espacialismo. Dicho texto apareció en la ciudad de Buenos Aires, donde por entonces vivía este pintor y escultor italoargentino. Al año siguiente, en Milán, el movimiento tuvo su nacimiento formal, cobró impulso y comenzó a posicionarse en el panorama artístico de Italia y del resto del continente europeo.
Una de las características principales del espacialismo es el uso de elementos afilados o puntiagudos para rasgar y romper los lienzos. De este modo, sus exponentes creaban un efecto tridimensional en sus obras.
Con estos instrumentos, y apelando en ocasiones a la incorporación de diversos objetos para instaurar relieves, dotaban a sus cuadros de una profundidad imposible de conseguir con pinceles. Esa discontinuidad física de los cuadros es uno de los pilares del espacialismo.
La clave está en la discontinuidad
Al desprenderse de lo que consideraba como artificios estéticos, Fontana se propuso examinar los usos espaciales de la pintura. Con sus lienzos discontinuos, el artista eliminó la distancia entre el cuadro y el espacio que lo rodeaba, modificando el contexto.
El espacialismo, en definitiva, oscila entre dos grandes técnicas. Por un lado, recurre a una metodología de carácter destructivo ya que agujerea, desgarra y corta los lienzos; por otra parte, construye nuevas superficies insertando telas, madera, clavos y otros elementos. Así establece distintos efectos espaciales.
En resumen, el artista italiano entendió que por medio del uso del pincel no podría escapar de la restricción dimensional que caracteriza este tipo de arte, donde la profundidad material no supera los pocos milímetros si solamente se solapan capas de pintura. Por eso, ideó diferentes maneras de componer sus obras en el plano real, sin barreras.
Movimientos relacionados
Como se menciona más arriba, el espacialismo se inspiró en otros movimientos, entre los cuales se pueden señalar el dadaísmo, el tachismo y el arte concreto. Del dadaísmo podemos decir que se creó con el objetivo de ir en contra de las artes. Su presentación pública tuvo lugar en el año 1916, en el Cabaret Voltaire de la ciudad de Zúrich.
El poeta Hugo Ball fue quien propuso este movimiento, y de hecho a él se atribuyen los primeros escritos dadaístas. Sin embargo, su máximo exponente fue Tristan Tzara, un escritor rumano que participó de la propia fundación del dadaísmo tiempo después. Uno de los rasgos fundamentales de este movimiento es que se opone a la visión que el positivismo instauró de la razón. Además, se rebeló contra las convenciones del mundo de las letras y las artes plásticas, se rió del artista burgués y de sus creaciones.
Para Fontana, el pincel no es el instrumento más importante
Con respecto al tachismo, surgió en Francia en la década de 1940 y forma parte del informalismo. Se trató de una respuesta al cubismo y entre sus rasgos más característicos se encuentran las pinceladas de carácter espontáneo, las gotas y manchas de pintura que se realizan desde el tubo y los trazos ilegibles que evocan la caligrafía. Cuando se terminó la Segunda Guerra Mundial, por lo general hablar de Escuela de París era sinónimo de tachismo.
Por último tenemos el arte concreto, también llamado concretismo. Pertenece a la pintura abstracta y su desarrollo tuvo lugar durante la década de 1930, partiendo del manifiesto escrito por el pintor y poeta neerlandés Theo van Doesburg. El objetivo del tachismo era liberarse de las asociaciones simbólicas entre el arte y la realidad, y se apoyaba en que los colores y las líneas no necesitaban nada más para ser concretos.
