Determinar el origen etimológico del término fisiocracia es lo primero que debemos hacer. En concreto, podemos establecer que se trata de una palabra que procede del griego, pues está conformada por tres componentes de esa lengua: el vocablo “physis”, que es equivalente a “naturaleza”; el sustantivo “kratos”, que puede traducirse como “poder”; y el sufijo “-ia”, que es sinónimo de “acción o cualidad”.
El sistema económico que atribuye el origen de la riqueza a la naturaleza se conoce como fisiocracia. Esta escuela de pensamiento surgió en Francia durante el siglo XVIII, con exponentes como François Quesnay, Pierre Samuel du Pont de Nemours y Anne Robert Jacques Turgot, entre otros.
Este último fue un economista francés, uno de los creadores de la citada doctrina, que llevó a cabo los “Seis decretos de Turgot”, en los que se abogaba por la eliminación de los gremios, la abolición de los privilegios así como el reconocimiento de que cualquier hombre tenía el derecho a trabajar, sin que le impusiera ningún tipo de cortapisa.
Orígenes y características de la fisiocracia
Además de todo lo expuesto, tendríamos que subrayar que, desde un punto de vista histórico, se considera que las figuras que impulsaron y defendieron la fisiocracia fueron realmente los padres de las conocidas como ciencias sociales. Y es que recurrieron a la ciencia para poder analizar y explicar todos y cada uno de los componentes de la sociedad en la que vivieron.
De acuerdo a los fisiócratas, los sistemas económicos debían ser regidos por sus propias leyes naturales, sin intervención del gobierno. Su sistema, por lo tanto, se basaba en el concepto francés de laissez faire (“dejar hacer”), que promueve el libre mercado y la nula participación del Estado en las decisiones económicas.
Lo opuesto al mercantilismo
La fisiocracia, por lo tanto, se oponía al mercantilismo, impulsor de un Estado activo que fijara medidas proteccionistas. Para los fisiócratas, este tipo de políticas que implicaban la intervención estatal en diversas etapas de la producción y la distribución de bienes generaba una merma en la actividad económica y en la prosperidad en general. Para demostrar esto tomaban como ejemplos los monopolios que dominaban ciertos sectores de la economía y el fortalecimiento de una clase burguesa parasitaria.
Así como el mercantilismo sostiene que la base de la riqueza es la acumulación de metales preciosos procedentes del comercio internacional, para la fisiocracia la riqueza es generada por la agricultura. Los teóricos fisiócratas afirman que el agricultor es el único individuo cuyo trabajo produce algo más que el salario que percibe.
Críticas a la fisiocracia
Al igual que hubo muchos personajes que alabaron y se mostraron a favor de la fisiocracia, también existieron otros que la rechazaron plenamente. Este sería el caso, por ejemplo, del economista y político norteamericano Alexander Hamilton (1755 – 1804). Él, que se considera uno de los fundadores de los Estados Unidos, se manifestó totalmente en contra de las ideas que aquella doctrina mantenía respecto a la tierra y a los impuestos.
Las críticas a la fisiocracia contradecían que las clases mercantiles y artesanales eran improductivas y afirmaban que no debía aplicarse un impuesto sobre la tierra.