En el francés es donde se encuentra el origen etimológico de la palabra fruncir que ahora nos ocupa. En concreto podemos exponer que se trata de un verbo que deriva de “froncir”, que puede traducirse como “torcer” y “arrugar”. Un verbo ese que, a su vez, emana del germánico “wrankjam”, que tiene esos mismos significados.
La acción puede hacer referencia a contraer la frente y juntar las cejas como señal de enojo o disgusto, lo que suele conocerse como fruncir el ceño.
Por ejemplo: “Sé que vas a fruncir el ceño cuando te enteres lo que hizo tu hijo…”, “El hombre no pudo evitar fruncir el ceño al escuchar a su vecino, aunque trató de disimular el malestar”, “Con tu actitud, me haces fruncir el ceño varias veces al día”.
Entre los sinónimos de fruncir podemos encontrar palabras tales como arrugar, doblar, rizar, encoger o plegar. Por el contrario, entre sus antónimos hay términos tales como alisar, estirar, desplegar o desdoblar.
Fruncir también puede vincularse a arrugar o apretar otros órganos o partes del cuerpo a modo de respuesta ante un estímulo: “La intensa fragancia me hizo fruncir la nariz”, “El especialista aseguró que, cuando una persona miente, fruncir los labios es un gesto frecuente”, “Los jóvenes de hoy suelen fruncir la boca para posar en las fotos”.
El acto de fruncir también puede aludir a recoger una tela, arrugándola. El efecto que se produce al fruncir el material puede ser buscado adrede con una intención estética, o ser una consecuencia indeseada por algún tipo de defecto o inconveniente.
Fruncir una cortina, por citar un caso, puede ser una decisión voluntaria para decorar un ambiente. Con un moño, un lazo u otro accesorio, es posible fruncir la cortina y hacer que luzca más elegante.
En cambio, una camisa se puede fruncir accidentalmente según cómo la persona se coloca la prenda o de acuerdo a los movimientos y posturas corporales. Como se espera que una camisa no tenga arrugas, en este caso el fruncido es indeseado.
Tanto una cortina como cualquier tejido que se desee se puede fruncir. Y esto es algo que se puede realizar a mano o bien con la máquina de coser. En este caso, hay que tener en cuenta que para existen varios tipos de fruncidos como son los de doble pespunte, el automático, el fruncido con hilo elástico, el fruncido con prensatelas…
Por regla general, los fruncidos se suelen realizar no solo para cortinas sino también para faldas rizadas, para crear volantes en los cojines, para darles volumen a ciertos puños de camisas o blusas, para canesúes e incluso para lo que es embeber una manga.
Asimismo, es interesante saber que una vez que ya se ha llevado a cabo la realización del fruncido, se hace necesario proceder a fijar el mismo y para eso lo que se debe hacer es emplear una pieza de tela lisa. Para lograr esto último hay que tener precisión y mimo. Eso sin olvidar que se deberá recurrir a la plancha para poder conseguir afianzar ese trabajo de costura realizado.