El vocablo griego geōdaisía, que puede traducirse como “división de la tierra”, llegó al castellano como geodesia. Así se denomina a la especialidad científica centrada en la determinación de la magnitud y la figura del globo terráqueo.
La geodesia se vincula a la representación de la superficie terrestre, ya sea parcial o global, con sus estructuras artificiales y sus formas naturales. A partir de los conocimientos geodésicos, es posible trazar mapas, por ejemplos.
Gracias a las teorías, los cálculos y las mediciones de la geodesia, se obtienen las referencias necesarias para el desarrollo de la planificación urbana, el catastro, la navegación y los sistemas de información geográfica, entre otras cuestiones.
Dicho de otra manera, los aportes de la geodesia repercuten positivamente en el desarrollo de otras geociencias. Este concepto también se conoce con el nombre de ciencias de la Tierra, y se define precisamente como el conjunto de disciplinas de las ciencias de la naturaleza (las cuales estudian el funcionamiento de todo lo que nos rodea a los seres vivos), especialmente las que se enfocan en la observación de la forma, de la dinámica y de la evolución de nuestro planeta.
Otro campo que se beneficia de los resultados de la geodesia es la geomática (también llamada tecnología geoespacial o ingeniería geomática), la ciencia que se encarga de la administración de los datos geográficos a través del uso de tecnologías de la comunicación y la información. El tratamiento de la información que lleva a cabo la geomática se compone de varias etapas, que son la obtención, el modelado, el tratamiento, la protección, la consulta, el análisis, la representación y la divulgación de la geodesia, los sistemas de información geográfica y la teledetección.
Los orígenes de la geodesia se encuentran en Oriente Medio. Allí, en la Antigüedad, comenzó a desarrollarse un cuerpo de conocimientos para la división de las propiedades en parcelas. Los agrimensores romanos tomaron dichas fórmulas para el cálculo de áreas. En Grecia, en tanto, se ideó el primer instrumento geodésico, conocido como dioptra.
Los avances científicos permitieron la creación de la geodesia moderna. Con el lanzamiento de satélites artificiales, se facilitó el desarrollo de sistemas de posicionamiento y navegación.
La geodesia, en definitiva, tiene la finalidad de determinar las dimensiones y la forma del planeta Tierra, teniendo en cuenta su campo de gravedad y los cambios temporales. Por lo general los Estados disponen de organismos especiales dedicados a establecer y actualizar los marcos de referencias geodésicas, esenciales para la creación de cartografía, el desarrollo de obras de ingeniería (como la construcción de represas o de carreteras) y la investigación de hidrocarburos.
El campo de gravedad es uno de los temas fundamentales de la geodesia teórica, y esto abarca tanto la observación como la descripción de éste y de los cambios que atraviesa en el tiempo. Justamente, el campo de gravedad sufre ciertas alteraciones por el movimiento rotatorio de la Tierra, así como por los de los demás planetas.
Por otro lado se habla de geodésica física, donde tienen relevancia las mediciones de la superficie de la Tierra, que se representan con puntos en redes de triangulación. Gracias a la exactitud que proporciona la geodesia a los científicos, es posible proyectar dichos puntos en una superficie geométrica para su estudio desde las matemáticas. Con este objetivo se suele usar un elipsoide de rotación o de referencia (una superficie curva formada por tres secciones ortogonales elípticas). Hay algunos elipsoides que en un principio se concibieron con la meta de ser usados para estudiar un solo país, pero que con el tiempo pasaron a aplicarse a un continente o incluso a todo el planeta.