La idea de glomérulo se emplea en la anatomía y en la botánica, en ambos casos para hacer referencia a un grupo tupido de ciertos elementos. Los glomérulos, por lo tanto, son agrupaciones de determinadas estructuras.
En el terreno de la anatomía, los glomérulos son conjuntos de nervios, glándulas o vasos que forman ovillos. Los glomérulos renales, por ejemplo, son redes de capilares protegidas por una envoltura que se hallan en la nefrona del riñón.
Los glomérulos renales se encargan de filtrar y depurar el plasma de la sangre. Este concepto también se conoce con el nombre de plasma sanguíneo, y se trata de la porción de la sangre que se encuentra en estado líquido y que es acelular, o sea que no cuenta con células sino tan sólo matriz extracelular. El plasma de la sangre es esa parte en la cual no hay glóbulos rojos ni blancos, y en su composición encontramos agua en un 90%, proteínas en un 7% y una mezcla de glucosa, grasa, hormonas, vitaminas, nitrógeno, dióxido de carbono y oxígeno en el 3% restante.
Esta tarea de filtración y depuración se desarrolla en el marco del proceso de producción de orina, ya que los desechos pasan a formar parte de este líquido, mientras que los materiales útiles se reabsorben.
Se conoce como índice o tasa de filtración glomerular a la cantidad de mililitros de fluido que los capilares del glomérulo renal filtran hacia el seno de la cápsula de Bowman en un minuto. El dato sirve como referencia del funcionamiento renal: si los valores del índice de filtración glomerular son anormales, puede deberse a un fallo del riñón.
La primera descripción conocida de los glomérulos data del año 1666, y la realizó Marcello Malpighi, un anatomista nacido en Italia. Recién un siglo y medio más tarde, un cirujano llamado William Bowman llevó a cabo una observación más profunda, incluyendo la mención de la continuidad del túbulo proximal y su cápsula circundante.
Se denomina glomerulonefritis a un trastorno que altera la estructura y el funcionamiento del glomérulo renal. Las causas de esta enfermedad que afecta la filtración de los desechos de la sangre son diversas.
En general, las enfermedades glomerulares, grupo en el cual se enmarca la glomerulonefritis, causan diversos tipos de daño a los glomérulos y generan una pérdida de glóbulos rojos y proteínas por medio de la orina. En algunos casos, estos problemas de salud provocan una acumulación de desechos y agua que se puede apreciar de manera externa en los tobillos, las manos o el rostro, en forma de hinchazón.
En este sentido, muchas personas que están al tanto de dichos riesgos se preguntan de qué manera podemos darnos cuenta de que nos ha atacado una enfermedad glomerular. Una de las cosas más preocupantes es que es posible no presentar ni un solo síntoma en varios años, y por esta razón es muy importante prestar atención a ciertos signos que a veces pasan desapercibidos, como ser los siguientes: orina con espuma, de color oscuro o rosado; manos y tobillos hinchados, sobre todo al final del día; inflamación alrededor de los ojos por las mañanas.
Para saber si los niveles de glóbulos rojos y proteína son normales, es posible realizar un análisis de orina. De modo similar, uno de sangre puede revelar si se han concentrado demasiados desechos.
Los glomérulos olfatorios, por otra parte, son estructuras que se hallan en el bulbo olfatorio (una estructura del encéfalo). Estos glomérulos se encuentran rodeados de neuronas y células gliales.
En el ámbito de la botánica, los glomérulos son inflorescencias compuestas por flores que carecen de pedúnculo. Estas inflorescencias tienen una forma globular y contraída.