Las guerras púnicas fueron tres enfrentamientos bélicos que tuvieron como protagonistas a Cartago y Roma. Se desarrollaron entre 264 a. C. y 146 a. C. a partir de la expansión romana, que atentó contra los intereses de las colonias cartaginesas.
Antes de avanzar, es importante mencionar que, de acuerdo a la Fundación del Español Urgente (FundéuRAE), los dos términos de la expresión deben escribirse con minúscula inicial. Esto se debe a que el concepto es descriptivo y no se toma como un nombre propio.
Contexto histórico de las guerras púnicas
El contexto histórico de las guerras púnicas está marcado por la puja entre Roma y la República de Cartago por el control del Mediterráneo occidental. Dicha rivalidad se potenció cuando, a comienzos del siglo III a. C., Roma logró anexar la región conocida como Magna Grecia, formada por la isla de Sicilia y la zona sur de la península italiana que estaban bajo poder de los griegos.
Con su fundación a cargo de los fenicios en torno a 814 a. C., Cartago se asentaba en la parte costera de la actual Túnez. Se trataba de un imperio con una gran actividad comercial potenciada por sus colonias. Si bien su ejército terrestre no se destacaba por su poderío, su armada era la más potente de su época. Cuando lo consideraba necesario, aprovechaba su riqueza para la contratación de mercenarios.
En el caso de Roma, cuyos orígenes se remontan al siglo VIII a. C., era una república que, luego de conseguir el control de toda la península itálica, apuntaba a crecer hacia el sur de Sicilia y al norte de la Galia Transalpina en una apuesta por el imperialismo para aliviar los conflictos sociales internos. El ejército de tierra de la República romana era el más poderoso del mundo, mientras que armada no era demasiado numerosa.
Cuando los intereses de Cartago en el Mediterráneo se vieron en riesgo por la expansión romana, comenzó a gestarse el marco que derivó en el estallido de la primera guerra púnica en 264 a. C.
Un conflicto de más de dos décadas
La primera guerra púnica fue un conflicto de más de dos décadas. Comenzó en 264 a. C. cuando Roma se impuso en la batalla de Mesina, y finalizó en 241 a. C., también con victoria romana.
El territorio de Sicilia era controlado parcialmente por Roma y otras partes por Cartago. Cuando Hierón II, tirano de Siracusa, quiso tomar la ciudad de Mesina, en el noreste siciliano, los mamertinos que se hallaban en el lugar primero recurrieron a Cartago y después a Roma. Eso fue visto como una traición por los cartagineses, que estaban dispuestos a involucrarse en la defensa pero terminaron aportando tropas a Hierón II.
Los romanos defendieron a los mamertinos y pasaron a enfrentarse directamente con los cartagineses en una lucha que aspiraba al control absoluto de Sicilia.
En esta primera guerra púnica, los romanos cercaron la base cartaginesa de Agrigento y vencieron al ejército de Cartago en 262 a. C. cuando pretendieron levantar el sitio. Roma fue reforzando su armada y derrotó en varias batallas a la flota cartaginesa, tomando una base en Córcega. Sin embargo, luego Cartago consiguió rechazar una ofensiva a Cerdeña y pudo recuper la base corsa.
En 256 a. C., el ejército liderado por los cónsules romanos Lucio Manlio Vulsón Longo y Marco Atilio Régulo se impuso en la batalla del cabo Ecnomo a los cartagineses encabezados por Amílcar y Hannón o Hanno el Grande. Esta batalla, enmarcada en la pretensión de Roma de avanzar hacia el norte africano, está considerada como uno de los enfrentamientos navales más grandes a nivel histórico.
Al año siguiente, Cartago pidió la paz pero no aceptó las condiciones y siguió combatiendo, logrando un triunfo en la batalla de Bagradas. Roma envió una flota para la evacuación de los sobrevivientes y obtuvo otra victoria en la batalla del cabo Hermeo. En el regreso a Italia, sin embargo, una gran tormenta causó estragos en sus barcos.
Una recuperación de Agrigento por parte de Cartago con el posterior abandono dejando tierra arrasada; la conquista romana de Panormus o Panormo con su defensa en 251 a. C. (gracias a la denominada batalla de Panormus); la victoria cartaginesa en la batalla de Drépano y la batalla de Phintias; y el triunfo romano definitivo en 241 a.C. en la batalla de las islas Egadas fueron otros hitos en el desarrollo de esta guerra, cuyo tratado de paz derivó en la anexión de Sicilia como una nueva provincia romana y la obligación a los cartagineses de pagar cuantiosas indemnizaciones.
La segunda etapa de las guerras púnicas
La segunda etapa de las guerras púnicas se puso en marcha en 218 a. C., cuando Cartago concretó la toma de Sagunto -ciudad aliada de Roma– y provocó la declaración de guerra por parte de los romanos en medio de las disputas por la conquista de Hispania.
El cartaginés Aníbal Barca llevó a sus tropas al norte de Hispania y luego cruzó los Alpes. La expedición de Aníbal a Italia incluyó logros militares en la batalla de Cannas, la batalla de Trasimeno, la batalla de Trebia, la batalla de Tesino y en otros enfrentamientos de esta segunda guerra púnica.
Aunque no le alcanzó el poderío para el sitio de Roma, el despliegue de tropas de Cartago en Italia se extendió a lo largo de 16 años. Los romanos, en este contexto, también lucharon contra Filipo V de Macedonia -quien tenía una alianza con Aníbal-, lo que provocó la Primera Guerra Macedónica.
Roma finalmente se impuso en Hispania y las legiones volvieron a Sicilia lideradas por Publio Cornelio Escipión Africano (Escipión el Africano). Este comandante romano se dirigió a África con el objetivo de asaltar Cartago, lo que también llevó a Aníbal a regresar, aunque fue vencido en 202 a. C. en la batalla de Zama. Esto selló la victoria de Roma: con el tratado de paz, Cartago perdió sus colonias.
El último enfrentamiento
El último enfrentamiento de las guerras púnicas se desarrolló entre 149 a. C. y 146 a. C. La tercera guerra púnica fue la más breve e implicó sobre todo el asedio de Cartago por parte de Roma.
Luego de la segunda guerra púnica, los romanos asaltaron diferentes pueblos ibéricos y conquistaron Siria, Iliria y Macedonia, mientras que Cartago perdió sus dominios de afuera de África y estaba obligada a abonar una gran indemnización anual.
La competencia a nivel comercial que suponían los cartagineses y el crecimiento poblacional romano llevaron a Roma a decidir el asalto de Cartago. El objetivo se completó con la llamada batalla de Cartago y la destrucción absoluta de la ciudad en el cierre de la historia de las guerras púnicas. Todos los habitantes de Cartago fueron esclavizados o murieron en los enfrentamientos.