El primer paso necesario para descubrir el significado del término holograma que ahora nos ocupa es conocer su origen etimológico. En este caso, tenemos que subrayar que es fruto de la suma de dos componentes léxicos del griego:
-El sustantivo «holos», que puede traducirse como «todo».
-La palabra «grama», que es sinónimo de «mensaje trazado» y de «mensaje escrito».
Asimismo, es interesante saber que quien se encargó de acuñar ese término no fue otro que el físico húngaro Denis Gabor (1900 – 1979). En concreto, le dio forma teórica en el año 1948. Sin embargo, tuvo que esperar hasta la década de los años 60 para poder demostrar la existencia del holograma de forma práctica. Y ese descubrimiento le llevaría a obtener el Premio Nobel de Física en el año 1971.
Un holograma es una imagen que se obtiene a partir de la holografía. Se llama holografía, por su parte, a la técnica que, haciendo uso de la iluminación mediante láseres, consigue generar imágenes coloridas en tres dimensiones.
Puede decirse, por lo tanto, que un holograma es una imagen tridimensional creada a través del uso de un láser. El láser permite la grabación microscópica de una película fotosensible: cuando entre dos haces de luz se produce una interferencia, se puede reflectar la luz de uno de los haces en el objeto. Dicha luz, al recibir otra desde una determinada perspectiva, proyecta la imagen tridimensional.
Con la iluminación y el procesamiento adecuados, la imagen 3D puede proyectarse más allá de sus límites, posibilitando que el observador la vea sin discontinuidades y cambiando la perspectiva de acuerdo a su posición.
Dejando de lado los detalles técnicos, en el lenguaje coloquial puede afirmarse que un holograma es una imagen generada con láser que se registra en una película sensible capaz de producir objetos en relieve. Por eso la imagen tridimensional parece estar suspendida en el espacio y puede verse desde distintas perspectivas.
El observador, ante un holograma, tiene la impresión de estar frente a un elemento real (físico). Esto hace que los hologramas sean empleados para generar experiencias realistas, por ejemplo en conciertos.
En 2014, por citar un caso, Michael Jackson «apareció» en la entrega de los Premios Billboard a través de un holograma. De este modo Jackson, fallecido cinco años antes, se presentó «en vivo» junto a un grupo de bailarines.
De la misma manera, no podemos pasar por alto que el holograma se ha convertido en un elemento muy utilizado a nivel turístico. Así, podemos encontrar que se recurre a él para en ciertos monumentos darle protagonismo y presencia a personajes ya fallecidos o a hechos del pasado.
Buena muestra de eso es el Castillo de Stirling (Escocia). En esta fortaleza, que data del siglo XV, se puede conocer la historia de la ciudad y al acceder al interior de la misma existe un holograma, en concreto, el que viene a representar a una de las figuras más importantes del pasado del lugar: el héroe local William Wallace (1270 – 1305). En concreto, es este el que gracias al holograma «resucita» para darle la bienvenida a los visitantes.