El verbo impartir proviene del vocablo latino impartīre y hace referencia a conceder, suministrar o proporcionar algo. El concepto suele usarse respecto a cuestiones que no son materiales.
Por ejemplo: “Para recuperar la confianza de la población, el Poder Judicial debe impartir justicia y no acomodar sus fallos de acuerdo a la conveniencia de determinados sectores”, “El pianista va a impartir una clase magistral en el auditorio del Teatro Central”, “El gobierno local se comprometió a impartir lecciones gratuitas de educación sexual en diversos espacios de la ciudad”.
La educación es un bien público que se debe impartir a toda la comunidad. Se trata de un derecho humano: la totalidad de los seres humanos tienen derecho a capacitarse e instruirse. Por eso el Estado debe garantizar que se impartan clases a los niños para que completen la educación obligatoria, además de facilitar la formación de los ciudadanos en general a través de cursos, talleres, etc.
Impartir educación, en este marco, supone realizar determinadas actividades donde un educador (maestro, profesor, tutor) le enseña algo a un educando (alumno, estudiante, aprendiz). Si en un centro cultural un director de teatro se dedica a impartir clases de actuación, lo que hace es transmitir sus conocimientos a quienes se acercan con el objetivo de aprender.
También suele decirse que la justicia se imparte. En este caso, la acción de impartir la realizan los órganos y las personas competentes del Poder Judicial, que se encargan de emitir los fallos que resuelven los litigios. Un juez que ordena a una empresa resarcir económicamente a un consumidor engañado está impartiendo justicia.
Por lo tanto, el Poder Judicial está a cargo de impartir justicia, algo que también se puede decir con la expresión administrar justicia. Para ello se crean las normas legales, las cuales se agrupan según su «naturaleza» y su posición en la jerarquía. Algunas tienen un alcance internacional, como ciertos tratados, y por eso garantizan algunos derechos de personas de varios países más allá de las leyes de su región.
Es importante señalar que las decisiones del Poder Judicial no siempre parecen equilibradas, ya que en algunos casos perjudican a personas que no han cometido ningún delito. Esto ocurre porque en la búsqueda del orden dentro de una sociedad no es fácil satisfacer a todas las partes, ya que los intereses de cada una pueden generar conflictos con los de las demás.
Los seres humanos, entre otras especies, tenemos la necesidad de vivir en sociedad y esto acarrea inevitables choques con el resto de los individuos de una comunidad. Para entender esto, veamos un ejemplo básico: dos personas ven una fruta bajo la sombra de un árbol y ambas deciden tomarla. ¿Cuál de las dos debería quedársela? ¿Qué método deberíamos usar para determinar esto? ¿Podrían enfrentarse haciendo uso de la fuerza para decidirlo? ¿Cuál debería ser el límite de tal enfrentamiento?
Dados los siglos de evolución de nuestra moral y de las normas sociales, nadie en su sano juicio sugeriría que se enfrentasen a muerte para decidir quién se queda con la fruta; de hecho, ni siquiera que se peleasen, ya que esto también resultaría ilegal. De todos modos, cada individuo puede proceder como desee, aunque siempre llegará el momento en el cual las autoridades podrán impartir justicia para que aquellos que hayan cruzado los límites paguen por sus actos y las víctimas reciban una compensación.
Si buscamos la palabra impartir en un diccionario de sinónimos, no obtendremos una lista especialmente extensa, en parte porque su uso no es muy común en el habla cotidiana. Veamos algunos de los términos que podemos usar para sustituirlo en nuestro discurso: distribuir, dar, comunicar, repartir, adjudicar y transmitir.
A simple vista, podemos notar que algunos de estos sinónimos reflejan con claridad las acepciones antes mencionadas: tanto comunicar como transmitir son acciones que se llevan a cabo a la hora de educar a alguien. Sin embargo, para dar la idea de impartir justicia ninguno de ellos parece ser tan adecuado.