El vocablo latino imperitia llegó a nuestro idioma como impericia. Así se denomina a la ausencia de pericia.
Para comprender qué es la impericia, por lo tanto, primero hay que centrarse en la noción de pericia. El término alude a la habilidad o la experiencia para el desarrollo de un oficio, una profesión o una acción.
Concepto de impericia
Puede decirse que la impericia nace a partir de una carencia de conocimientos, ya sean teóricos, prácticos o ambos. Esa falta de sapiencia se plasma en el acto desarrollado o en la actividad ejercida.
Quien se desempeña con impericia, no cumple con los parámetros esperados o debidos. Incluso, dependiendo del contexto, esa falencia puede constituir una falta o la violación de una norma.
Diferencias con la negligencia y la imprudencia
Es habitual que la noción de impericia se confunda con otros conceptos similares. En este marco, muchas veces se la asocia a la negligencia o a la imprudencia.
Se conoce como negligencia a lo que resulta opuesto a lo debido. El sujeto negligente no hace que lo debe hacer en un contexto determinado, con lo cual no actúa correctamente.
La imprudencia, por su parte, supone no tomar los cuidados correspondientes. Así, la persona imprudente no evita riesgos o incidentes que, con las precauciones del caso, podrían sortearse.
Ejemplos de impericia
Supongamos que alguien se propone realizar una nueva conexión de electricidad. Si no sabe cómo conectar los cables y los tomacorrientes, demostrará impericia: carece del conocimiento que se necesita para dicha labor. Además, puede ser imprudente y negligente (trabajando sin cortar previamente el suministro eléctrico, no instalando los mecanismos de seguridad apropiados, etc.).
Un médico que debe realizar una intervención quirúrgica y no sabe cómo anestesiar al paciente, un ingeniero informático que elimina sin intención los datos alojados en un disco rígido (disco) y un conductor de un vehículo que choca a otro automóvil al estacionar ya que no es capaz de desarrollar correctamente la maniobra son otros ejemplos de impericia en diferentes contextos.
La culpabilidad legal
La impericia, la negligencia y la imprudencia pueden derivar en una conducta que resulte contraria a la ley. En esos casos, la concreción o la omisión de la conducta puede hacer que el sujeto en cuestión sea culpable a nivel civil o penal.
Se entiende que, en determinados momentos y ámbitos, se debe accionar de una forma establecida. Cuando se incumple con este criterio, hay una culpa del responsable por la inobservancia del deber o de la norma.
Si nos centramos en la imprudencia, se considera punible cuando el descuido de las precauciones se juzga como inexcusable. Objetivamente, puede preverse que el comportamiento producirá un daño; por eso, la imprudencia es sancionada de acuerdo a lo fijado por la ley.
Es importante tener en cuenta que, incluso si la imprudencia es susceptible de una sanción legal, eso no tiene que ver con la intención de generar el daño. Es decir, una persona puede ser imprudente y recibir un castigo por eso, aún cuando no tuvo voluntad de provocar un perjuicio. Se habla de dolo cuando sí se trata de una conducta deliberada para dañar.