En el latín es donde podemos establecer que se encuentra el origen etimológico del término indescriptible que ahora vamos a abordar. En concreto, es fruto de la suma de varios componentes léxicos de dicha lengua:
-El prefijo “in-”, que es sinónimo de “no” y de “sin”.
-El vocablo “de-”, que se usa para indicar “de arriba a abajo”.
-El verbo “scribere”, que puede traducirse como “escribir” o “trazar”.
-El sufijo “-ble”, que se emplea para indicar “que puede”.
El adjetivo indescriptible se emplea para calificar a aquello que no puede ser descripto. El verbo describir, a su vez, alude a detallar o enumerar las características de algo o alguien a través del lenguaje.
Increíble, indecible o inenarrable son algunas de las palabras que se suelen emplear como sinónimos del término indescriptible que estamos abordando. Por el contrario, entre sus antónimos nos topamos con creíble, narrable, descriptible, definible o explicable, por ejemplo.
Cuando por algún motivo resulta imposible la realización de la descripción, se dice que el individuo, el objeto o la situación en cuestión es indescriptible. Lo habitual es que lo indescriptible tenga cualidades infrecuentes o exageradas.
Por ejemplo: “El terrorismo provocó un dolor indescriptible a nuestra nación”, “Cuando el árbitro dio por terminado el partido y nos consagramos campeones del mundo, experimenté una sensación indescriptible”, “Sentí una felicidad indescriptible en el nacimiento de mi hijo”.
Lo indescriptible se asocia a la falta de palabras para describir algo. Debido a la intensidad o la magnitud de un suceso, una persona puede no hallar los términos precisos para expresar lo que le genera el acontecimiento. En este marco, el hecho se vuelve indescriptible.
Puede decirse, por citar un caso, que la Segunda Guerra Mundial fue una tragedia indescriptible. Es posible, por supuesto, analizar las causas del conflicto y determinar responsabilidades; por otra parte, hubo numerosos escritores y artistas de diferentes países que plasmaron sus emociones y sus sensaciones en sus obras. Pero, debido a la enorme cantidad de víctimas y a las atrocidades que se cometieron durante la guerra, la tragedia es realmente indescriptible: el lenguaje no alcanza para dimensionar y reflejar lo sucedido. No hay manera de circunscribir el alcance de lo que representó la Segunda Guerra Mundial en la historia de la humanidad.
De la misma manera, no podemos pasar por alto que “Indescriptible” es además el título de una canción de la artista Emily Peña.
Asimismo, en el ámbito del cine, nos encontramos con varios largometrajes que usan en sus títulos el término que nos ocupa. Buena muestra de esto es la película “Un placer indescriptible”. Fue estrenada en el año 1992, es española y está dirigida por Ignasi P. Ferré.
Ferran Rañé, Ángel Gonyalons, Mathieu Carrière o Pep Ferrer son los actores que encabezan el reparto de este filme que cuenta la historia de un hombre que tiene un grave problema de cleptomanía. Por eso, decide ponerse en tratamiento con la ayuda de una psicóloga que le complicará el mismo porque le resultará muy atractiva.