La etimología de ingrato remite al vocablo latino ingrātus. La noción se usa para calificar a quien no reconoce, valora o agradece los favores o las ayudas que recibe.
Por ejemplo: “Nicolás es un ingrato, siempre lo acompañé cuando tuvo algún problema y ahora ni siquiera me atiende el teléfono”, “Le di alojamiento en mi casa durante tres noches y antes de irse me robó: ese muchacho es un ingrato”, “Mis padres me enseñaron a no ser ingrato”.
Tomemos el caso de un cantante que, en los comienzos de su carrera, solía recibir todo tipo de ayuda de un amigo: dinero, apoyo para organizar conciertos, traslados a diferentes escenarios, etc. Diez años después, el músico en cuestión es famoso y millonario y realiza giras internacionales con una troupe de asistentes. Cuando el amigo que lo ayudaba en sus inicios se queda sin trabajo y le pide empleo, la estrella le responde que no puede hacer nada para ayudarlo. Teniendo en cuenta su holgada situación económica y que decenas de personas trabajan para él, puede decirse que el cantante es un ingrato, ya que podría darle una mano.
También se califica como ingrato a la tarea desagradable o dura que demanda un gran esfuerzo y ofrece una recompensa escasa o nula, y a aquello que no resulta grato (placentero, feliz): “Tuve la ingrata tarea de informarles a los niños que su padre había sufrido un grave accidente”, “La final de la última Copa del Mundo es un recuerdo ingrato para nuestro seleccionado”, “Ser policía muchas veces es ingrato, la gente se enoja cuando uno le marca que está violando la ley”.
Si bien ingrato es un término muy común en el habla cotidiana, existen diversos sinónimos que nos aportan matices no tan evidentes de su significado. Entre los más usados se encuentran los siguientes: egoísta, desleal, desafecto, desagradecido, olvidadizo e infiel. Por otro lado, podemos mencionar los antónimos fiel, agradecido y leal.
A simple vista, la persona ingrata es injusta sin razón, ya que se niega a devolver una serie de favores o el buen trato que recibió por parte de alguien que estuvo a su lado cuando más la necesitaba. Con esta forma de razonar llegamos a menudo a la dualidad «malo-bueno», tan binaria como imprecisa, ya que el mundo es infinitamente más complejo que una llave que sólo conoce dos estados.
¿Por qué un individuo puede llegar a tener una actitud como la descrita más arriba, de ingratitud con un amigo que lo ayudó cuando más lo necesitaba? La respuesta no es tan simple como «porque es malo», sino que en principio debemos tener en cuenta que cada caso puede ser diferente, incluso si los resultados son muy similares. ¿Será que no conocemos toda la historia entre estas dos personas, que el amigo no siempre fue tan generoso como nos cuenta el ejemplo? ¿Habrá un resentimiento muy enterrado en el alma de la persona ingrata a causa de ciertas experiencias de su infancia? Las posibilidades son muchas.
Esto no significa que debamos perdonar todas las actitudes aparentemente injustas o las acciones terribles de ciertas personas extremadamente violentas. El perdón no puede acabar con la crueldad. El análisis psicológico de quienes la practican, por otro lado, nos puede abrir las puertas a entender el origen de su comportamiento y, por lo tanto, a construir una sociedad mejor por medio de métodos de crianza más sanos.
Si los adultos que tienen niños a cargo se esfuerzan por brindarles un espacio de amplitud y amor durante la crianza, evitando las situaciones frustrantes y la opresión, el mundo puede convertirse en un lugar donde la compasión y la generosidad sean comunes.