La ingravidez es el estado que se alcanza cuando las fuerzas gravitatorias ya no ejercen influencia. El término también se usa para calificar a la característica o la condición de ingrávido (que no está sometido a la gravedad).
Se conoce como gravitación o gravedad a la atracción de los cuerpos de acuerdo a su masa. Por este fenómeno natural, aquellos elementos con masa se atraen mutuamente: cuando los efectos de la gravedad desaparecen, se produce la ingravidez.
Suele asociarse la ingravidez, por lo tanto, a la falta de atracción hacia la Tierra. Si los efectos de la gravedad son neutralizados, los cuerpos flotan sin orientación definida.
En definitiva, cuando algo está en caída libre experimenta la ingravidez. Es importante mencionar que se entiende por caída libre al movimiento que realiza un cuerpo cuando se halla bajo la influencia exclusiva de un campo gravitatorio.
Los astronautas que se encuentran en órbita están en la ingravidez: sienten la caída libre de manera constante. Esto se debe a que las naves o estaciones especiales orbitan a una cierta inclinación y a una velocidad constante que les permite mantenerse siempre a la misma distancia de nuestro planeta gracias a que la fuerza centrífuga se equilibra con la gravitación.
Al ponerse en una situación de ingravidez, el organismo sufre diversos trastornos debido a que se ve forzado a adaptar el funcionamiento de sus sistemas. En el largo plazo, la ingravidez causa la pérdida de tejido muscular y óseo y atenta contra el funcionamiento cardíaco. Por eso los astronautas deben realizar una rutina de ejercicios especial.
Es importante señalar que las funciones fisiológicas no se ven alteradas considerablemente por el estado de ingravidez. A pesar de los varios cambios que atraviesa el organismo, no se trata de una situación especialmente perjudicial, al menos a corto plazo. Sin lugar a dudas, entre los cambios más radicales se encuentra el sentido de la orientación.
Cuando nos encontramos tocando el suelo, para que podamos orientarnos con naturalidad es necesaria la acción de unos depósitos cálcicos muy pequeños que se conocen con el nombre de otolitos, los cuales se encuentran en el humor que colma los canales de forma semicircular del oído interno. En estado de ingravidez, por otro lado, éstos no cumplen su función y entonces la persona sufre síntomas tales como las náuseas, el vértigo y otros que se asocian con el mareo común.
Esto no significa que los astronautas atraviesen estas y otras molestias, ya que ellos cuentan con cientos de horas de entrenamiento para adaptar sus cuerpos a los cambios que supone viajar al espacio exterior. Es importante señalar que la preparación física y mental que reciben es probablemente la más estricta del mundo, ya que supera incluso la de los buzos, la cual -dicho sea de paso- va incluida en el programa.
La ingravidez puede provocar una atrofia muscular moderada, así como una disminución de la materia ósea y una desmineralización cuando dura mucho tiempo. Esta consecuencia no es tan evidente en una observación superficial, razón por la cual son tan importantes los controles médicos luego de una expedición.
Durante el primer día en estado de ingravidez es muy común el denominado síndrome de adaptación al espacio. La intensidad depende de las características de cada organismo, y es raro que se extienda más allá de las primeras veinticuatro horas. Los vómitos, el debilitamiento y los mareos son los síntomas principales.
Otro de los efectos que la ingravidez produce en nuestro cuerpo es el desplazamiento de los líquidos hacia la zona superior, incluyendo el tórax y la cabeza, lo cual se advierte por medio de un incremento en el volumen corporal, pulsaciones en la garganta, pérdida de volumen en las piernas y la cintura y obstrucción de las fosas nasales.