El vocablo latino intactus llegó al castellano como intacto. La primera acepción mencionada en el diccionario de la Real Academia Española (RAE) refiere a aquello que no fue tocado, manoseado o manipulado.
Por extensión, la noción suele emplearse para calificar a lo que no sufrió ningún daño, modificación o detrimento. Por ejemplo: “Pese al paso de los años, el ex jugador demostró que está intacto y anotó dos goles en el partido a beneficio de las víctimas de la inundación”, “El terremoto destruyó decenas de edificios, pero el Palacio Municipal quedó intacto”, “El peinado de la modelo se mantuvo intacto pese al viento”.
Supongamos que a un joven se le resbala el teléfono de las manos y el aparato termina cayendo al suelo, impactando contra la superficie. La caída podría haber destruido el equipo pero, afortunadamente para el muchacho, no causó ningún problema: el teléfono quedó intacto pese al golpe.
Tomemos el caso de un escritor que, a lo largo de su trayectoria, incursiona en múltiples géneros e incluso asume trabajos de los más diversos. Cuando cumple 80 años, un periodista elabora un informe especial sobre su vida y resalta que, más allá de los vaivenes, el autor logró mantener su prestigio intacto: es decir, nunca dejó de gozar el reconocimiento de sus pares y de los lectores pese a haber atravesado etapas de diferentes características.
A lo largo de todos los ejemplos expuestos hasta el momento podemos apreciar con claridad que el significado de la palabra intacto puede tener una connotación material o una simbólica: un mueble intacto se encuentra en perfectas condiciones, sin rayones o marcas de ningún tipo y con su color y textura originales; el ánimo de una persona que se mantiene intacto a pesar de una situación de suma gravedad es más difícil de apreciar, ya que se trata de una cuestión subjetiva, que sólo ella puede describir.
Es necesario señalar que si bien la mayoría de los hispanohablantes conoce estos dos significados, el más común en el habla cotidiana es el primero. Esto se relaciona con muchos otros casos, y la razón es bastante fácil de delimitar: el lenguaje popular suele consistir en conversaciones de temas poco abstractos, o al menos con un vocabulario bastante reducido.
Otro dato curioso con respecto a este término es que no va ligado a una connotación positiva o negativa de forma inherente, sino que esto depende directamente del contexto. A simple vista, podríamos pensar que al notar que una cosa se encuentra intacta el sujeto se alegra; sin embargo, si se trata de algo que puede causarle daño, ocurre precisamente lo contrario.
Tomemos por ejemplo el caso de un grupo de investigación criminal que lleva mucho tiempo detrás de una banda organizada. Si justo cuando creen que están por atraparlos a todos y llevarlos frente a la justicia descubren que han sido engañados con pistas falsas ubicadas de manera estratégica y que los delincuentes mantendrán sus planes intactos, seguramente los invada una profunda decepción.
Volviendo al sentido simbólico de este concepto, la reputación de una persona es algo que todo el mundo desea mantener intacta, aunque esto también puede interpretarse de diferentes maneras según el caso. Continuando con el oscuro mundo de la delincuencia, es sabido que aquéllos que se vuelven «famosos» por sus terribles crímenes detestan la mera idea de que el público los perciba como personas amables o débiles; por el contrario, se esmeran por mantener una imagen absolutamente deleznable.
“Intacto”, por último, es el título de una película que dirigió el español Juan Carlos Fresnadillo. Protagonizado por Eusebio Poncela, Leonardo Sbaraglia, Mónica López y Max Von Sydow, el filme tuvo su estreno en 2001.